jueves, 30 de junio de 2011

ES IMPORTANTE LEER LA LETRA PEQUEÑA


Repulsiva para unos y manjar para otros. No hablo de la Duquesa de Alba (Dios me libre); me refiero a la pringosa sustancia que emplea la apuesta joven del dibujo sobre el cuerpo del sorprendido paciente. Y es que cada día hay más gente aficionada a este tipo de cosas: baños de lodo, baños turcos, saunas, jacuzzi, masajes de chocolate, etc. Quiénes los han probado, aseguran que el estado de relajación es total, aunque, viendo la cara del pobre paciente de turno, creo que lo más rentable y seguro para relajarse es ventilarse un buen botijo de tila. Ahora, el tipo de la pinza en la nariz parece estar pasándoselo pipa.

Si les soy sincero, no tengo ni idea de dónde saqué la inspiración para este dibujo. Ésta es una de esas ocurrencias que uno tiene el día menos pensado y, encima, tiene la cara dura de plasmarla en el papel. Una auténtica guarrada exenta de diálogo (aunque no exenta de guión), grosera y, a su vez, graciosa (por lo menos, para mí). Es decir, mala uva elevada a la enésima potencia.

Aunque el dibujo no tenga texto, cada personaje está ubicado en un sitio concreto, cada uno en una postura distinta y cada uno haciendo algo distinto del otro. Aunque no esté reflejado en palabras, todo eso lleva detrás un guión que, a veces, es más complejo de llevar a cabo que uno con texto. ¿Por qué?, porque el historietista se ve en el compromiso de expresar con dibujos lo que debería haber dicho con palabras.

Un momento… Al inicio de esta entrada, ¿he dicho manjar para otros? Pues sí, porque 40 mil millones de moscas no pueden equivocarse.

Abur.


martes, 21 de junio de 2011

¡BO-BO ES-PON-JA!

Que los guiños y las parodias son uno de mis platos favoritos a la hora de crear mis dibujos, no cabe la menor duda, si no, vean todo lo publicado en este blog y todo lo que está por llegar.

En esta ocasión, le ha tocado la china a uno de los personajes infantiles más populares de los últimos años (y no me refiero a Leticia Sabater): Bob Esponja. Y qué mejor forma de parodiar y ridiculizar al personaje (con perdón) que jugando con su nombre. La excusa: un vejete historietista, cuya mitad de su nombre recuerda a un país y la otra mitad a una famosa crema de chocolate, más sordo que un bloque de hormigón y más chocho (no sean mal pensados) que el abuelo de Matusalén, confunde el nombre de su famoso admirador a la hora de dedicarle su álbum, al cual, no parece hacerle mucha gracia. Pobre Bob, ¿no se dará cuenta de que el dibujante tiene más años que la sarna?

Sólo espero que los millones de fans del muñecote amarillo no se molesten cuando llegue a sus manos este dibujo, hecho con todo el cariño y con toda la admiración posible. Los que nos dedicamos a esto de la historieta (algunos, incluso, tienen el privilegio de cobrar por ello), debemos recurrir, en ocasiones, a la ridiculización de algún personaje famoso (bien real, bien ficticio), con el fin de crear el gag que en ese momento uno tiene entre las manos y de despertar una (leve) sonrisa en la cara de nuestro lector.

Y no me quiero marchar sin antes agradecer al señor Esponja por haberme permitido humillar un poquito su imagen y, sobre todo, su nombre, y que no me demandara por ello.


Vive en una piña debajo del mar
¡BO-BO ES-PON-JA!
Su cuerpo absorbe y sin estallar
¡BO-BO ES-PON-JA!
El mejor amigo que podrías desear
¡BO-BO ES-PON-JA!
Y como a un pez le es fácil flotar
¡BO-BO ES-PON-JA!


P.D.: Gracias a todos los que me animáis y me dais fuerzas para seguir.


jueves, 16 de junio de 2011

CAPERUCITA BOBA


Hay que ver lo que cambian los cuentos con los años, aunque más que cambiar, se adaptan a los tiempos modernos. En el cuento de los tres cerditos, por citar algún ejemplo, el pobre lobo se reventaba soplando para conseguir derribar las cabañas de los temerosos cerditos. Hoy en día, las haría saltar por los aires a cañonazos, o bien, colocándoles un buen cartucho de Goma-2. En el de la bella durmiente, la joven cae en un profundo sueño tras morder la manzana envenenada (¿o fue al pincharse con un huso? Mmm… pues no sé, no sé, ahora me falla la memoria), y sólo podrá despertar con el beso de un apuesto príncipe. Sé de muy buena tinta que, a día de hoy, la muchacha no se habría conformado con un simple beso, y el cuento hubiese obtenido la calificación de “+18”. Así que la bella durmiente, que tonta no es, se pasaría todo el día atiborrándose de manzanas envenenadas (o, en el caso del pinchacito, pinchazo va y pinchazo viene), con el fin de engrosar, aún más, su larga lista de príncipes que la desvelen de su sueño.

Y si estos (y otros) cuentos han evolucionado de este modo (siempre a mi parecer, ¿eh? que quiero que quede claro), el de Caperucita Roja no iba a ser menos, aunque la propia Caperucita parece no haberse enterado. Al sonar el timbre, el pobre lobo huye despavorido por la ventana de la casa de la abuelita, no sin antes, advertir al sorprendido leñador de que guarde eterno silencio. Bonito romance el que deben estar viviendo el lobo y la abuelita, aunque, si os soy sincero, desconocía los funestos gustos del animal. ¿Qué llevaría escrito en la hoja de papel con la que cubre sus…? ¿Una carta de amor o la lista de la compra?

Si la relación siguiese adelante, incluso cabría la posibilidad de que la pareja pudiera traer descendencia y, quien sabe, si esto daría para  un nuevo dibujo. Tiempo al tiempo.

De momento, que sean felices y que coman lo que les dé la real gana.

FIN.


miércoles, 8 de junio de 2011

UN MAL DÍA LO TIENE CUALQUIERA


Antes de que alguien me lo diga, voy a ser el primero en reconocerlo: ¡Qué orgía de garabatos hay en este dibujo! Por suerte, si los unimos todos y los entrelazamos, todo parece cobrar sentido.

Aunque nadie lo crea, estamos ante la obra cumbre de mi carrera (si se puede llamar así) hasta la fecha, con un dibujo muy, pero que muy elaborado, y un guión que parece simple al primer vistazo, pero que resulta complejo en el fondo.

En entradas anteriores, ya advertí que mi Record en elaboración de un dibujo estaba en tres semanas. Pues bien, éste es el dichoso dibujo que tantas horas de sueño me robó, anclándome a la silla como ningún otro y haciéndome sudar anchos y caudalosos ríos de tinta. Una vez acabado, volví a jurar no hacer nada igual en mi vida (elaborados sí, pero no tanto). En fin, la verdad es que nadie me marca el camino a seguir, ni nadie me dice dónde debo apretar y dónde aflojar; todo mi trabajo lo realizo libre y voluntariamente y toco el tema que me apetece o que se me ocurre en ese momento. Si realizo un dibujo más detallado o menos, lo decido yo. Si pinto una boñiga con pies y manos y pestañas revueltas, es también decisión mía y, en este caso, ya desde la primera concepción de este dibujo, ya desde la primera idea, sabía que no iba a ser tarea fácil llevarlo a cabo.

Ésta es una historia en cadena, en la cual, se enlaza el plano de unos ladrones huyendo con el botín (a la izquierda), con el de los desnudos asaltados atados de pies y manos a los faroles (en el centro) y con el plano final de los dos mariquitas con intenciones un poco funestas (a la derecha).

Sin mostrar nada (pienso que sugerir resulta más efectivo que enseñar), he intentado crear una situación de lo más embarazosa. En resumen, dos atracadores de poca monta asaltan a dos inocentes transeúntes, quitándoles ropa, dinero y joyas y atándolos a una farola. Y, aunque dicen que después de la tormenta siempre llega la calma, en este caso, no es así, pues lo peor estaba por venir. Dos mariquitas con peligrosas intenciones se aproximan a sus espaldas.

Lo dicho, lo más efectivo es crear la situación para que luego sea el lector el que imagine y diseñe el final de tan trágica historia.

Ave César, los que van a reír (o a sufrir), te saludan.



jueves, 2 de junio de 2011

MORTADELO Y FILEMÓN Y SUS PROBLEMAS DE CORAZÓN


Tercera entrega de una trilogía iniciada con “Un fan algo despistadillo” y “Rompetechos acaba liándola… ¡otra vez!”. A diferencia de las dos primeras, ésta está protagonizada únicamente por personajes de Ibáñez (en las dos anteriores aparecían de complemento a la historia junto con personajes míos).

Desde hace bastante tiempo, rondaba por mi cabeza la idea de crear un dibujo que estuviera protagonizado por la pareja de agentes más genial de todos los tiempos: Mortadelo y Filemón, aunque no encontraba una situación idónea dónde ubicarlos. Cierto día, tuve una iluminación y, retomando una vieja viñeta de mi propia cosecha protagonizada por dos individuos desconocidos, decidí adaptarla e inserté, en ella, a la pareja de chiflados agentes.

Realmente, hay que reconocer que la situación es bastante bestia, pero a su vez también es bastante graciosa. Mientras que Filemón, agarrándose el pecho, camina como bien puede con los pantalones medio bajados, el pobre de Mortadelo extrae del retrete, con la punta de los dedos, el corazón de su jefe, no sin antes recordarle su precavida advertencia.

Esta obra, antes de ver la luz en este blog, fue publicada en el blog “El rincón de Mortadelón”, en donde, muy amablemente, accedieron ante mi petición de que publicaran mi dibujo en su espacio “Mortadelo visto por…”. A cambio, les dediqué unas palabras de agradecimiento, las cuales, pueden leerse en http://mortadelon.blogspot.com/

Como ya viene siendo habitual, alrededor de los protagonistas principales de la historia, deambulan pequeños gags (no por ello, menos importantes) que, a la vez que ayudan a completar la página, otorgan mayor atractivo y dinamismo al dibujo.

Y no me gustaría acabar esta entrada sin antes agradecer al maestro Ibáñez su gran humildad, dedicación y simpatía hacia todos sus lectores y, sobre todo, hacia el que esto escribe, lo cual, considero todo un honor por mi parte.

Gracias, maestro.