Repulsiva para unos y manjar para otros. No hablo de la Duquesa de Alba (Dios me libre); me refiero a la pringosa sustancia que emplea la apuesta joven del dibujo sobre el cuerpo del sorprendido paciente. Y es que cada día hay más gente aficionada a este tipo de cosas: baños de lodo, baños turcos, saunas, jacuzzi, masajes de chocolate, etc. Quiénes los han probado, aseguran que el estado de relajación es total, aunque, viendo la cara del pobre paciente de turno, creo que lo más rentable y seguro para relajarse es ventilarse un buen botijo de tila. Ahora, el tipo de la pinza en la nariz parece estar pasándoselo pipa.
Si les soy sincero, no tengo ni idea de dónde saqué la inspiración para este dibujo. Ésta es una de esas ocurrencias que uno tiene el día menos pensado y, encima, tiene la cara dura de plasmarla en el papel. Una auténtica guarrada exenta de diálogo (aunque no exenta de guión), grosera y, a su vez, graciosa (por lo menos, para mí). Es decir, mala uva elevada a la enésima potencia.
Aunque el dibujo no tenga texto, cada personaje está ubicado en un sitio concreto, cada uno en una postura distinta y cada uno haciendo algo distinto del otro. Aunque no esté reflejado en palabras, todo eso lleva detrás un guión que, a veces, es más complejo de llevar a cabo que uno con texto. ¿Por qué?, porque el historietista se ve en el compromiso de expresar con dibujos lo que debería haber dicho con palabras.
Un momento… Al inicio de esta entrada, ¿he dicho manjar para otros? Pues sí, porque 40 mil millones de moscas no pueden equivocarse.
Abur.