domingo, 30 de septiembre de 2012

UN BESO Y UNA FLOR



Qué serían de esos sábados por la noche, en pleno éxtasis discotequero, y sin una china, cargada de rosas hasta las cejas, incordiando como nadie para que le compres una puñetera y marchitada flor.

Si tienes suerte y sales a pegarte unos bailoteos con unos amigotes, lo mismo ni te ve y ni se arrima. Ahora, como vayas con tu pareja, ya sabes que tienes china (o chino) para rato. Si te sorprende bailando, te interrumpe metiéndote la rosa por las narices; si te estás pegando el filete padre, te corta todo el rollo porque, entre morro y morro, te encuentras una maloliente rosa que no te explicas cómo demonios se ha podido colar por ahí. Si te encuentras apoyado en la barra pidiendo, te mete la rosa en el cubata; si estás en el retrete cambiándole el agua al canario, te pasa la dichosa rosa por toda la…

Y lo peor no es eso, lo peor es que no saben decir otra cosa que no sea: “¿quiele una losa?”. Así que no te molestes en discutir con ellos, no servirá de nada.

Cierto día, y esto es verídico, se me acercó una china con más rosas que en una floristería, ofreciéndome, para variar, una de aquellas suculentas flores. A mí no se me ocurrió otra cosa que hablarle en chino, pero no veáis que pronunciación. De sobra queda decir que no tengo ni idea de chino, así que empecé a nombrarle nombres de personajes de Pokémon (aquellos raros bichillos que salían de unas bolas (¿espermatozoides?) y evolucionaban en otros más fuertes).

Más o menos, éstas fueron mis palabras (entre comillas): “¡Pikachu, Charmander, Charizard, Kadabra, Machamp, Gloom, Koffing!”

No os imagináis la cara que puso la pobre mujer, no sabía si estaba tratando con un loco o con un gilipollas. Mi reacción fue instintiva, prácticamente sin pensar, pero cuando llegó el momento de recapacitar lo que había hecho, no podía parar de reírme. Y aquel acto reflejo (por llamarlo de algún modo) se convirtió en toda una seña de identidad. A partir de aquel día, al chino o china que se me acercaba a ofrecerme una rosa, yo le deleitaba con aquellas maravillosas palabras.

Con el tiempo, he ido perdiendo esta costumbre (supongo que será por puro cansancio o porque algo habré madurado), pero quien sabe, lo mismo, al dedicar esta entrada a esta hazaña (bélica) mía, vuelvo algún día a la carga. Ya os mantendré informados (si no intentan antes asesinarme o me hacen servir como pasto de ese tal Godzilla).


2 comentarios:

  1. El gusano lleva razón... El hombre prueba, se hace el sordo y confunde las palabras de la mujer. Listo el anciano... y muy buena la viñeta, como siempre.
    Un abrazo amigo.

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  2. Qué recuerdos me vienen a la cabeza con esta situación, jejej.
    Espero que el viejo hubiera aprovechado su momento de confusión en la siguiente escena.
    Muy buena la historieta, con mensajes picantones en segundo plano.
    Sigue así dejando el listón bien alto. ¡Enhorabuena!

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