domingo, 30 de octubre de 2011

MARCELINO Y UNA MOMIA CON MALAS PULGAS


Pero… ¿qué diablos hace una momia en casa de mi entrañable mequetrefe? Hay que reconocer que mis ideas llegan a ser tan surrealistas que empiezan a asustarme a mí mismo. Pero, la verdad, es que no tenía otra opción. O tenía que trasladar a Marcelino al antiguo Egipto, a la tierra de las momias y faraones, o tenía que desplazar a la momia a los tiempos de Marcelino. Y me decanté por lo segundo. Desconozco si los antiguos egipcios disponían de un retrete para hacer sus necesidades y si tenían a mano un buen rollo de papel higiénico para dejar todo bien limpito.

De entre todas las momias que deambulaban por ahí, escogí la que peor humor tenía. Por diez euros, la convencí para que se introdujera dentro de mi máquina del tiempo y la trasladé al presente (o al futuro, depende del punto de vista en que se mire), justo en el momento en que mi mequetrefe se encontraba desatascando las tuberías. La verdad es que la situación en la que se ve involucrada la momia no le ayuda en nada a despertar una sonrisa.

Como ya os habréis ido percatando, en la mayoría de mis dibujos casi siempre encontramos dos partes: una más elaborada (que, normalmente, es la que capta mayor atención) y otra más simple. En este caso, la parte más complicada se la lleva la dichosa momia, envuelta en viejos y sucios vendajes, más arrugada que la camisa de uno que se acaba de levantar de la siesta y con los dientes más podridos que las flatulencias de un tipo que acaba de comer habichuelas. La elaboración de Marcelino fue más sencilla, aunque el diseño de su postura también me trajo algún que otro quebradero de cabeza.

¿Y el bocadillo? ¿Dónde está el bocadillo? Marcelino, aunque sea un personaje de tebeo, también tiene su parte humana. ¿Cuántos, después de desahogarnos en el baño, tenemos ganas de conversación? ¿Y con quién vamos a hablar que no sean las cuatro paredes que nos rodean? ¡Seamos realistas!

Unos simpáticos ratoncillos, un mosquito en verdaderos apuros y otros dos que se han quedado fuera de plano, completan la viñeta de esta semana.



domingo, 23 de octubre de 2011

SEÑORES… ¡ESTO SE HUNDE!



Aunque podría ser perfectamente, no me estoy refiriendo al país. En este caso, lo que se hunde es el dibujo. Bueno, el dibujo en sí tampoco (en todo caso, el dibujante, ja ja ja). Lo que se va sin remedio derechito al fondo del mar es el barco de esta nueva viñeta. Se desconoce si se trata del Titanic o del Tetanic, pero la cuestión es que, por la inclinación del mismo y la cara de angustia de la tripulación, la cosa pinta bastante fea.

Aunque no todos piensen igual. Si no, que se lo pregunten al tipo que se dispone a llenarse la panza. Él podría haber sido, perfectamente, el que inventó el dicho: Las penas con pan son menores. Y es que el hambre es mala, muy mala.

En esta ocasión, quise complicarme un poco más las cosas y decidí jugar con la perspectiva y la inclinación. Y que mejor situación para ello que un barco yéndose a pique. Trabajé todo el tiempo con el papel inclinado (es la forma más fácil de hacerlo), cuidando al máximo el detalle y el enfoque.

El resultado, como podéis ver, no tiene desperdicio: Los cubiertos de la mesa se caen, un ratón que intenta trepar a toda costa, una cucaracha (o lo que sea) se desliza comedor abajo en medio de una indisposición, unas malvadas palomas criticando a un confuso mosquito, la última frase del bocadillo acaba desparramándose, al igual que los vasos y copas de la bandeja del camarero, etc. etc.

Y ya que lo he mencionado, no conviene olvidarse de él. El camarero, muy fiel a su trabajo, aguanta el tipo como puede soportando las exigencias del comensal. Como veis, en lugar de ir tomando notas, sustituye el lápiz por un afilado cuchillo.

En conclusión, un dibujo bastante atractivo (visualmente hablando), trabajado con mucho mimo y cargado de gags medidos al milímetro, el cual, parodia una situación que, desde luego, no tiene ninguna gracia.

Buen viaje.

P.D.: Este dibujo está basado en hechos reales. Una situación, no tan exagerada como aquí, pero que viví en mis propias carnes hace unos tres años y que me ha servido como inspiración para este nuevo trabajo. Dicho queda.

P.D.2: El barco no llegó a hundirse.



domingo, 16 de octubre de 2011

UN MERECIDO Y PARTICULAR HOMENAJE


Tras plasmar en mis últimas obras la celebración de mi cumpleaños y el nacimiento de un nuevo mequetrefe (Marcelino), ahora toca una (que tarde o temprano tendría que llegar obligatoriamente) con homenaje incluido. Por si alguien no se ha percatado aún, mi admiración por la figura y obra de Francisco Ibáñez es casi absoluta (bueno, yo quitaría el “casi”…), y eso queda de manifiesto en cada una de mis páginas.

Por esta razón, quisiera dedicarle esta nueva entrada y este nuevo dibujo al más grande de la historieta española de todos los tiempos (y que conste, que no es que lo diga yo). Después de casi sesenta años de profesión, tras veintisiete horas diarias anclado al tablero, 75 añitos a sus espaldas, un arrollador éxito incluso en tiempos difíciles y, sobre todo, una excelente persona, éste es un título que se ha ganado merecidamente.

En la imagen se puede ver a un energúmeno chupatintas tirado por los suelos (o sea, yo), besando (o mejor dicho, babeando) el pie izquierdo del gran Ibáñez. De alguna manera (sin explicación aparente), consigo colarme en la casa del maestro y trato de demostrarle (como veis) mi pasión hacia él. Lógicamente, mi actitud es la de un maníaco obseso y pegajoso, así que el hombre se ve obligado a descolgar el teléfono y a llamar a seguridad.

Lo que ocurrió después no se ve en el dibujo, pero yo os lo cuento: En cuestión de segundos, acudieron tres gorilas de dos metros quince, más musculosos que Stallone y Schwarzenegger juntos (en sus tiempos mozos) y con más malas pulgas que un inspector de trabajo. Uno me agarró de los pelos, otro de las piernas, y el tercero de… de…, bueno, no quiero recordarlo. En contra de mi voluntad, me sacaron de la habitación y, tras una enorme paliza, me arrojaron por la ventana (aún sin abrir, que quede claro) estrellándome contra el duro asfalto. Y os voy a decir una cosa, mi admiración por Ibáñez es tal, que me volvería a colar en su casa. No tengo remedio…

En este nuevo dibujo, volvemos a encontrarnos con unos secundarios ya habituales: los mosquitos (cada vez más escatológicos), el gusano (aquí más cegato que una piedra) y la araña (vestida a lo John Wayne).

Sin nada más que contar, que disfrutéis con esta nueva página y, si no ocurre nada, ¡hasta la semana que viene!

Chao.



viernes, 7 de octubre de 2011

MARCELINO ¡HA VUELTO!


Os dije que volvería, y así ha sido (para que veáis que soy un hombre de palabra). Su nombre: Marcelino, como bien reza el título de la presente entrada, pero sin pan y sin vino.

Este es el primer personaje fijo que he creado en la cuarta etapa de mi trayectoria como dibujante e historietista, un claro sucesor del Rompetechos de Ibáñez pero más joven, más guapo y más esbelto, aunque igual de torpe y de ciego.

Para los que ya seáis fans del tiparraco de marras (aunque parece un poco pronto para que este personaje alcance tan reputada popularidad), os adelanto que estará con nosotros con bastante frecuencia y que volverá en las semanas venideras (aunque no en todas, porque tenemos que dejar hueco a los demás personajes que también les gusta asomar el bigote de vez en cuando). Incluso no sólo volverá a meterse en algún que otro fregado debido a su ceguera, sino que también se colará en mitad de una guerra y se pondrá al volante de un temible Seat 127. Pero no quiero adelantar acontecimientos, todo se irá viendo a su debido momento.

En el dibujo de esta semana, podemos ver a Marcelino con la vejiga a punto de estallarle. Debido a sus graves problemas de visión (esto ya quedó de manifiesto en la entrada anterior), el tipo se cuela en el castillo del mismísimo Conde Drácula, confundiendo el tenebroso y lúgubre hogar del vampiro con un convento, y a éste, con una monja, cosa que parece no hacerle demasiada gracia. Pero el inocente Marcelino no es el único que debería visitar al oculista con urgencia, porque una de las arañas que presencian la escena también ve menos que una jirafa embalsamada.

Sólo espero que os guste este nuevo personaje de la factoría Ros, el cual, he creado con mucha ilusión y cariño. En la sección de comentarios, podéis dar vuestra opinión al respecto. Si os ha gustado y queréis más páginas de Marcelino, pedidlas, que no cuesta nada. Por el contrario, si no os ha gustado nada en absoluto, me lo comunicáis y lo mando directo a la guillotina en el siguiente dibujo. Espero vuestras sugerencias.

Una semana más, el humor está servido a modo de chistes y gags a mansalva, y se pasea alegremente por las entrañas de este blog, con el fin de alegrar algún que otro corazoncito desvalido y falto de cariño.

P.D.: Una semana después, aún estoy limpiando los trozos del pastel esparcidos por todo el salón de mi casa.



domingo, 2 de octubre de 2011

30 AÑOS NO SON NADA (PERO DAN PARA MUCHO)

Como ya lo vine anunciando la semana pasada, hoy estamos de celebración. Y no festejo, precisamente, el próximo enlace de la Duquesa de Alba. No. Ni el quinientos mil aniversario de la invención de la rueda. Tampoco. Lo que hoy celebro, día 2 de octubre de 2011, es mi cumpleaños. Y la mayoría pensaréis: ¿Y a nosotros qué nos importa? ¿Acaso vamos largándolo por ahí cada vez que nos duele la tripa? ¿Y encima se dedica una entrada a sí mismo? La respuesta es SÍ (con mayúsculas), porque 30 primaveras no se cumplen todos los días.

¡Qué no cunda el pánico!, que no me voy a poner aquí a rajar sobre mi vida ni sobre mi persona. Pienso que resultaría aburrido, e incluso, puede que no le interese a nadie. Además, para conciliar bien el sueño ya tenemos los documentales de la 2. Lo que sí resumiré (y prometo que será breve) es mi trayectoria como dibujante e historietista. Pienso que qué mejor momento para dar un repaso a mi extensa carrera que en este 30 aniversario de mi nacimiento. Aunque no lo creáis, llevo ya mucho corrido en el tema. Si no, seguid leyendo, seguid leyendo, veréis como ya soy zorro viejo.

Así empezó todo…

Primera etapa

Tuve la poca vergüenza de nacer un 2 de octubre del cada vez más lejano 1981. Desde muy temprana edad, ya me gustaba agarrar bolígrafos y lápices para pintarrajear papeles y más papeles, algo que resulta habitual en los niños y niñas de la misma edad. Lo que ya no era tan habitual era que, a los cuatro o cinco años de edad, ya había empezado a dibujar mis primeras historietas (caricaturas, como yo erróneamente las llamaba), y poco después, ya tenía mis propios personajes: Los Canchas, de los cuales, creé cientos y cientos de historietas, eso sí, carentes de guión escrito, aunque éste me lo sabía de memoria y lo recitaba a todo aquel que tenía el privilegio de sentarse frente a mi página. Las historias más primitivas de estos no menos prehistóricos personajes (algunos las han datado del siglo IX a.C.), estaban protagonizadas por tres energúmenos deformes y abstractos (¿qué esperabais de un niño de cuatro o cinco años?), a los que, con el tiempo, se fueron uniendo otros personajes de aspecto más convencional y realista. En total, eran diez los personajes que aparecían en esta serie, dotando a cada uno con una personalidad diferente y con un objetivo claro en la vida, y todo esto, quiero hacer hincapié, con tan sólo cuatro o cinco años de edad.

Pero a mi imaginación le gustaba volar más que a mí, y tener sólo una serie le parecía poca cosa. Así que me ví obligado a crear otra nueva: Golpes y porrazos, protagonizada por un trío de tiparracos de aspecto de lo más extraño. Y a estas dos primeras series siguieron otras, tales como: Los Coras, El pájaro loco (nada que ver con la famosa serie de televisión), Los animales del bosque (no iba sobre políticos), El mundo de los fantasmas (esta tampoco), Cazo y cazuela (Arguiñano no era el protagonista), La banda, Fruitis modernos (sin comentarios) y Pulpi. Todas estas historietas, ya os digo, que datan de algunos siglos antes de Cristo, incluso antes de que el hombre inventara el vocabulario.

Segunda etapa

Con el paso de los años (nos situamos a finales de los ochenta y principios de los noventa), lógicamente, el dibujo iba evolucionando, y todos estos personajes empezaron a quedarse algo (bastante) desfasados. Así que, si quería seguir dándole al bolígrafo (porque mis cómics los dibujaba a bolígrafo), debía crear, forzosamente, personajes nuevos adaptados a ese tiempo. Así nacieron: El nuevo show de la Pantera Rosa (protagonizada por la Pantera Rosa), Spifly (basada en unos cortos animados interpretados por una araña y una mosca), Robor Juice (inspirada en la serie de dibujos Beetle Juice y recopilada en dos tomos), La bola nuclear (ésta ya era mía), La malvada hada, y la tira cómica Pepinos (interpretada por dos individuos inspirados en el personaje del Inspector Clouseau de la serie de dibujos animados). Todas estas historietas ya empezaban a llevar un guión escrito, de lo que carecían series anteriores.

Tercera etapa

Y los años seguían pasando, y el tío de marras seguía evolucionando en esto de los dibujos. Así que estos personajes también se quedaron algo anticuados. Por aquel entonces, estaba enganchado como un loco a los cómics de Mortadelo y Filemón, así que, sin permisos ni licencias, empecé a crear mis propias aventuras de esta pareja de agentes creados por el genial Ibáñez (la primera página de Mortadelo y Filemón la dibujé en 1989, pero la mayor producción de esta serie tuvo lugar a partir de 1992). Unas aventuras que, en un principio, eran de una página, de dos o, incluso, de cuatro páginas. En 1995, y una vez que ya manejaba estos personajes con cierta soltura, decidí embarcarlos en aventuras más largas; aventuras que ocupaban la friolera de cuarenta y cuatro páginas cada una y que correspondían a los siguientes títulos: Los inventos del profesor Bacterio (primera aventura larga realizada en 1995 y, pese a llevar el mismo título que la creada por Ibáñez, nada tiene que ver con ésta. Consta de cuarenta y cuatro páginas), Los que volvieron de allá (segunda historieta realizada en el mismo año que la anterior y, al igual que aquella, nada tiene que ver con la creada por el maestro. También consta de cuarenta y cuatro páginas), El genio (acabada el 22 de noviembre de 1995 y rotulada a máquina de escribir. El título ya era mío propio, y las páginas, en esta ocasión, eran cuarenta), ¡Han robado el botín! (rotulada a mano, como las dos primeras, y reunida en cuarenta y seis páginas. Realizada en 1996), Urgencias (claramente inspirada en la famosa serie de televisión y realizada también en el 96. Total de páginas: cuarenta y cuatro), El castillo encantado (realizada en 1997 y el primer álbum en llevar portadillas interiores, tanto al comienzo de la historia como al final. También consta de cuarenta y cuatro páginas), y la inconclusa Agentes secretos (realizada en 1999 y abandonada en la página veinticuatro). A partir de aquí, nunca más volví a utilizar a Mortadelo y Filemón en mis historietas.

Además de las historias largas que creaba de Mortadelo y Filemón, al mismo tiempo, también creaba cortas, las cuales, recopilé en dos tomos junto con páginas más antiguas, titulados: Burradas a mogollón y Agencia de información (de nuevo, utilizando títulos de Francisco Ibáñez).

Pero Mortadelo y Filemón no fueron los únicos personajes de Ibáñez que incluía en mis páginas. Ya por aquel entonces, mi admiración por este maestro de la historieta era más que evidente. La familia Trapisonda, un grupito que es la monda (serie que dibujé en 1994), Rompetechos (de 1995), Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio (de 1995), 13, Rue del Percebe (una sola página fechada en 1995) y El botones Sacarino (de la que llegué a realizar sólo una viñeta. Sin comentarios). El número de páginas que realicé de las tres primeras series era bastante reducido, centrando casi todo mi trabajo en Mortadelo y Filemón.

Amén de todos estos tomos de personajes ajenos, también empecé a cosechar los míos propios (que no se diga, leche): Pepe Pirulez (gran colección de trescientas cuarenta y ocho tiras cómicas recopiladas en tomo en 1997, pero realizadas en años anteriores), Nick Canto, un tipo que es un encanto (creado en 1995. Tras varias historias cortas, realicé Las aventuras de Nick Canto, aventura larga dibujada entre 1995 y 1996 de cincuenta y seis páginas y cargada de acción trepidante. Acaba en continuación), Familia Feliz (serie de 1995 e inspirada en La familia Trapisonda, de Ibáñez), The family Crock (de 1995), Scout (de 1995), Crüe Ball (realizada en 1995 e inspirada en el famoso videojuego de pinball), Los chistes de tío Ros (de 1995 y claramente sucesora de Los cuentos de tío Vázquez, de Vázquez), Las nuevas aventuras de Robor Juice (de 1995. Si se tratase de una serie de televisión, diríamos que se trataría de una segunda temporada, aunque duró poco la cosa), El pobre de Feliciano, que nadie le da nada, ni su hermano (de 1996), Concho y su bigote poncho (de 1996), el serial El periódico (también de 1996), Martínez y Manolete, compañeros desde pequeñetes (de 1996), Los hermanos Sabañones-Uras, que están hasta los … de hacer travesuras (una única historieta de 1996), Steel man (otra inconclusa aventura de 1996 cargada de acción y dividida en capítulos de cuatro páginas. El capítulo quince quedó incompleto), Leopoldo (única historieta de 1997), Don Leo (única historieta de 1997), Rufino, sin palabras (única historieta de doble página creada en 1997), Ronaldo (historieta de 1997 de página y media y protagonizada por el archiconocido futbolista), Don Pirulez y Don Manusto, son de agarrados, que da gusto (de 1997), El tío Paco y su perro barraco (de 1997), la inconclusa Viernes 13 (de 1998 y abandonada en la página sesenta. Sanguinaria historia protagonizada por el mítico Jason Voorhees y en donde la sangre y las vísceras inundan cada una de sus numerosas viñetas), y el último de mis personajes, Er gitano Solapa, su guitarra y er papa (de 1999).

De esta tercera etapa, cabe destacar la sobrecarga de trabajo que llevé a mis espaldas en 1995, y las imprescindibles coletillas en los títulos de mis seriales, algo muy típico en la casa Bruguera y que decidí renovar allá por los noventa.

Cuarta etapa (y última, por ahora)

En el año 1998, la producción de páginas y personajes ya experimentó un notable descenso, siendo mucho más acusado justo al año siguiente, donde la actividad fue casi inexistente. En 2001, dibujé un par de páginas que dejé inacabadas, y en 2008, realicé algunos chistes, pero nada más. Así pues, se puede decir que abandoné el género durante más de doce años.

A mediados de 2010, volvió a picarme el gusanillo del lápiz y del papel, pero no encontraba el personaje ni la historia adecuados para mi regreso. Entonces, se me ocurrió retomar el trabajo justo en el mismo punto donde lo había dejado muchos años atrás, aunque mejorando los resultados. Así pues, mi brazo derecho se puso a trabajar de nuevo, esta vez de un modo más profesional y maduro. Los dibujos nacían siendo bocetos a lápiz, posteriormente se perfeccionaban hasta alcanzar su aspecto final y, por último, se pasaban a tinta. De ahí nacieron: Clotildo José María, peón de albañilería, Don Teodo, gafe del todo, Doña Blasa, ama de casa, Faustino Patiblias, vendedor de Biblias, Filiberto Olivo, cazador furtivo, José Manuel Aguado, detective privado, Leonidas Melva, el rey de la selva, Miguelillo “el zancos”, atracador de bancos, Prudencio Hermida, y su nariz comprometida, y Vicente Peretón, ufólogo de profesión.

A pesar de realizar varias páginas, cada una con nuevos personajes y nuevas coletillas, no estaba muy convencido con el resultado final. Habían transcurrido más de doce años desde que acabé mi tercera etapa, y el dibujo parecía estancado como si por él no hubiese pasado el tiempo. Así que me puse manos a la obra e intenté dar solución a este, entre comillas, problema. Para realizar dibujos más detallados y precisos, necesitaba un formato más grande. Así que sustituí la tradicional viñeta por un dibujo a tamaño A-4. Esto me dio la oportunidad de dibujar con mayor profesionalidad, dotando a mis trabajos de un mejor acabado y mayor detallismo. Así pues, y dedicando más tiempo a la elaboración de mis páginas, encontré el formato perfecto para mi gran regreso. El resultado final está publicado en este humilde blog, empezando por mi primer dibujo y acabando por el último, siempre en orden cronológico.




Las dos primeras páginas que realicé de Mortadelo y Filemón, fechadas en 1989, pintadas a mano y rotuladas a máquina de escribir. Por aquel entonces, yo tenía 7 u 8 años.



Dos de las varias portadas que dibujé basándome en las creadas por F. Ibáñez. Ambas corresponden a la colección Olé, a las historietas El huerto siniestro y Los diamantes de la gran duquesa, respectivamente. Aquí tendría yo unos 12 o 13 años.


Una de las escasas páginas que realicé en 1999 (con 17 ó 18 años), y una de las últimas antes de abandonar el dibujo, casi por completo, durante más de 12 años.



Primera página realizada, a mediados de 2010, y después de muchos años de inactividad. Como he comentado en párrafos anteriores, retomé mi trabajo en el mismo punto dónde la había abandonado. Esto es fidelidad y lo demás son tonterías…

El dibujo de esta semana está dedicado a un servidor y a su 30 cumpleaños. Unos amigos me habían organizado una fiesta sorpresa con tarta de cumpleaños incluida. Todo iba transcurriendo con total normalidad hasta que llegó el momento de colocar las velas sobre el pastel. Aunque no os lo cuente, podéis imaginar como acabó todo…

P.D.: Prestad especial atención al tipo de las gafas de culo de vaso y con cara de bonachón. Amenaza con volver…