domingo, 30 de agosto de 2015

DE TIEMPOS REMOTOS: PEPE PIRÚLEZ



Dentro de esta sección que hoy comienza, me he propuesto ir exponiendo algunos de mis primeros dibujos, aquellos que forjaron mis inicios y me ayudaron a moldearme como el mediocre dibujante que soy.

He estado tentado, en más de una ocasión, en mostrar públicamente estos primeros trabajos, pero, al recapacitarlo dos veces, siempre he desechado esta idea porque pienso que no están (ni por asomo) a la altura de todo lo hasta ahora publicado. Es hoy cuando he conseguido reunir el valor suficiente como para hacerlo y, no sólo eso, sino que ésta tiene que ser una sección que debe ser actualizada con frecuencia con la intención de desempolvar cuántas más páginas mejor.

Para poner al lector al corriente sobre mi (cada vez más larga) carrera como dibujante (qué bien suena lo de carrera), es más que recomendable repasar esta entrada que publiqué hace algún tiempo, en la que intenté resumir toda mi trayectoria recopilando gran parte de aquellos primitivos trabajos que guardo como oro en paño, pues arrastran consigo una buena parte de mí. Si pincháis sobre el enlace accederéis a la mencionada entrada: http://elblogdejuanantonioros.blogspot.com.es/2011/10/30-anos-no-son-nada-pero-dan-para-mucho.html

Una vez puestos al día, ya estáis en disposición de poder comenzar a disfrutar de los contenidos de esta novedosa sección. Quisiera advertir que los dibujos que veréis expuestos en este apartado fueron elaborados hace muchos años, cuando el hombre aún vivía en las cavernas y la invención del papel era ciencia ficción en toda regla.

Esta sección abarcará algunos de aquellos trabajos que realicé durante mi más tierna infancia y parte de mi menos tierna adolescencia, durante la cual, me fui apartando, progresivamente, del mundo del cómic hasta arrinconarlo por completo durante casi 12 años. Por suerte, cuando uno logra sentar la cabeza (con esto no quiero decir que lo haya conseguido) y recapacitar sobre su pasado, presente y futuro, es, a partir de ese instante, cuando se intentan corregir algunos errores cometidos (los que aún tienen arreglo) y retomar caminos que se han ido quedando olvidados.

Aquí podréis disfrutar con (y de) mis primeros personajes y mis primeras series, de las que presentaré algunas imágenes para el uso y disfrute de todos. Muy pocos han tenido el “privilegio” de poder ojear estas páginas que siempre han permanecido ocultas en mis archivos hasta hoy, día que he decidido mostrarlas públicamente.

Dicho todo esto (de obligada redacción), acomódense frente a sus pantallas y dispónganse a saborear de esta primera entrada.

En los años noventa, era muy dado a dibujar páginas de personajes ajenos a los míos. Los que más protagonismo tuvieron en mis trabajos de esa época fueron Mortadelo y Filemón, de los que llegué a crear varias aventuras largas de 44 páginas e infinidad de historietas cortas. Luego, otros personajes de Francisco Ibáñez también se atrevieron a pasar por mis manos, pero siempre, en un número de páginas mucho más reducido. Pero mis historietas no siempre estaban protagonizadas por personajes ajenos; entre tantos Mortadelos y Filemones, también sacaba tiempo para crear (en masa) los míos propios.

En uno de esos paréntesis nació Pepe Pirúlez, personaje que no dejaba de hacer de las suyas sin mediar palabra. Ligeramente inspirado en Don Celes, continué con la esencia de las peripecias del personaje creado por el periodista y humorista bilbaíno Luis del Olmo Alonso (más conocido como Olmo), pero llevándomelas a mi terreno. Trazadas directamente a bolígrafo, y teñidas con rotuladores de colores, el que esto escribe realizó la friolera de 348 tiras cómicas (aunque puede que la numeración esté mal, de ahí la existencia de huecos) protagonizadas por el señor Pirúlez que, más tarde, recopilé en un tomo. Aunque este volumen está fechado en 1997, las aventuras de Pepe Pirúlez fueron creadas algunos años antes, probablemente, en 1994.

Con trabajos como el presente, un servidor se curtía en el mundo de la historieta a la prematura edad de 13 años. ¡Cuántos y qué bonitos recuerdos!















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