Las desgracias, las penurias y, sobre todo, las situaciones más extremas y absurdas, todo ello, aderezado con altas dosis de mala uva, son los temas principales que plasmo (o intento plasmar) en mis obras. Cuánto más extrema es una situación, más cómica puede llegar a ser. Si ya de por sí la historia es de lo más disparatada, yo intento exagerarla aún más, como puede suceder en este caso.
En la ilustración que ahora nos ocupa, se puede ver a un marido entrando a su casa acompañado de una muchacha de mala fama (pero mala, mala), al cual, lo espera su querida esposa, rifle en mano, para darle la bienvenida. El desenlace podemos imaginarnos cómo puede llegar a ser, porque, aunque la pobre mujer engañada sea invidente, no creo que sirva de impedimento a la hora de atentar contra su feliz esposo y su, no menos feliz, acompañante.
Lo dicho en entradas anteriores: un tono más adulto, desenfadado y agresivo, y un humor cada vez más corrosivo, empiezan a envolver mi obra, cargada hasta los topes de pequeños detalles aliñados con muy mala leche y jugando, como en este caso, con la perspectiva, otorgándole, si cabe, más atractivo al dibujo.
No perdáis detalle.
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