miércoles, 20 de julio de 2011

UNA DE MIEDO (PORQUE DE RISA YA HAY MUCHAS)


Con el calor que tenemos encima, en lugar de publicar una entrada dan ganas de publicar un anuncio que diga: “Se busca piso en primera línea de playa”. Pero como no ha sido así, aquí me tenéis una semana más.

El tema aquí tratado es el de los maridos y los ex-maridos, y de los hijos que se tienen con unos y con los otros (hay que tocar todos los palos). La idea para este nuevo dibujo se me ocurrió en la ducha (aunque no venga a cuento decirlo). En un principio, el planteamiento era otro: una madre que acaba de dar a luz sostiene a su bebé, envuelto en una sábana, en los brazos. Hasta aquí todo normal. Resulta que el niño es clavadito a Freddy Krueger, y su (supuesto) feliz padre (aunque eso de feliz que se lo digan a otro), estaba junto a ellos con cara de pocos amigos. Al final, retorcí aún más el argumento hasta que parí el que ahora tenéis ante vuestros ojos.

Quedaría de más el decir que el padre de los tres pequeños juguetones es el mismísimo Don Freddy Krueger, y el del apuesto joven que sostiene el refresco, Don Jason Voorhees. Dan miedito los gustos nefastos que tiene la pobre mujer a la hora de elegir marido. ¿Quién será el próximo, el malo de Scream o el pinchoso Pinhead de la saga Hellraiser?

Para acabar, no conviene olvidar los archiconocidos (y archicansinos) gags que completan el dibujo: el gato mutilado que abandona la casa harto del trato de los mini-Freddys, una araña hiperactiva provista de unas tenazas, unos peces dando saltitos (¿qué pintan aquí esos peces?), una lata con una etiqueta de lo más sugerente y diversas cosas más.

Hasta la próxima.

P.D.: Al día siguiente de acabar este dibujo, recibí una llamada telefónica del mismísimo Robert Englund (para quien no lo sepa, el actor que encarnó a Freddy en la saga Pesadilla en Elm Street), dándome sus felicitaciones por mi obra. Después me pregunté: ¿cómo tiene este hombre mi número de teléfono?

P.D.2: A los dos días, llamada del señor Wes Craven (creador de Freddy), poniendo por las nubes este dibujo. Al colgar el teléfono me pregunté: ¿de dónde habrá sacado el señor Craven mi número? Después caí en el asunto: ¡claro!, se lo habrá dado Robert Englund.


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