Ahora sí. Después de dejaros
durante 7 días con la miel en los labios, ha llegado el momento de desvelar el
misterio. A Ibáñez se le pusieron los ojos como platos cuando vio aquello. Y no
le puse un ejemplar de la revista Playboy para que inmortalizara allí su firma,
no señor. Aquello que protegía incluso arriesgando mi vida era una tira
original de una antiquísima serie suya titulada Haciendo el indio.
El maestro se llevó las manos a
la cabeza y exclamó: ¡Hace un momento me
han traído otro de estos para que lo dedicara! Y se me puso cara de
interrogante. ¿Era posible que hubiera dos personas en aquella interminable
cola que le presentaran a Ibáñez una tira de la misma serie? Y luego dicen que
hay que creer en la casualidad.
Después el maestro matizó que lo
que le habían llevado no era un dibujo original, sino el ejemplar donde se
publicó aquella tira suya. Aún así, no salía de mi asombro.
Esto se publicó allá por el 53 o 54 en el diario “La Prensa”, matizó el
maestro. Aunque aquel original que yo le llevé es algo más moderno de lo que
Ibáñez me aseguró (probablemente, de 1955), demostró conservar una memoria de
elefante.
Agarró su rotulador (en realidad
no lo soltó en ningún momento) y me dedicó aquella joya que ya está cerca de
cumplir los 60 años. Y prácticamente arrastrados por la tercera tanda de fans
que esperaban detrás de mí, abandonamos aquel salón de actos entre la alegría
de haberme vuelto a encontrar con Ibáñez y la decepción por la mala
organización de Fnac.
Y salimos al exterior a respirar
aire fresco (aunque el bochorno que hacía a las 19:00 horas era de campeonato).
El tren salía dirección Murcia a las 20:36 horas, así que aún teníamos un rato
para relajarnos y descansar. Y así lo hicimos.
Cuando estábamos a poco más de
una hora de emprender nuestro viaje de regreso, entramos a un supermercado de
esos tan famosos y tan valencianos (sin nombres) y compramos algo para la cena.
A las 20:10 horas, camino de la estación de Renfe, volvimos a pasar por delante
de la Fnac y la
cola aún ocupaba aquella pisoteada acera. Miré a mi mujer y ella me miró a mí,
y ambos pensamos lo mismo: seguro que el
último se queda sin dedicatoria, ya que el horario de las firmas era de
18:00 a 20:00 horas.
A las 20:30 horas cogimos nuestro
vagón (el número 8), y 6 minutos más tarde, el tren se puso en marcha camino de
mi ciudad natal, la cual, me vio pisar sus calles a las 23:45 horas cargado con
mi bolsa de cómics, mi cámara de fotos y aquel plano, ya bastante arrugado,
sacado de Internet.
FIN
Enhorabuena por haber visto al Maestro otra vez en persona y por conseguir sorprenderle.
ResponderEliminarAh, y gracias por compartirlo
Un saludo.
La tira "El Asalto" que se ve en la imagen corresponde a "La Hora del Recreo" nº 48 29-XI-53 suplemento del diario Levante. Aunque se publicó antes en "A Todo Color" nº28 18-VI-53 suplemento del diario "La Prensa"
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