Una
semana más, seguimos presentando a los incontables retoños que han salido de la
mano de Francisco Ibáñez, bien creados por él o asignados para su continuidad.
El que hoy nos ocupa, es uno de los varios personajes publicitarios que el
maestro acogió como suyos propios.
Corría
el año 1966 y en el tablero del genial Ibáñez se acumulaba cada vez más trabajo.
Cada semana, el maestro debía entregar a la editorial sus páginas de Mortadelo
y Filemón, La familia Trapisonda, 13, Rue del Percebe, Don Pedrito, etc. etc.,
es decir, que debía elaborar unas 15 páginas semanalmente. A pesar del
desmesurado volumen de trabajo que coleccionaba, Bruguera aún le exigía más
(apretando bien las tuercas, como todo buen jefe), y le encargó la realización de
otro curioso personaje que, al igual que Don Pedrito, éste también estaba
enfocado al tema de la publicidad.
Así
nació Pepsiman, serie que apareció por primera vez en el número 1817
de la revista “Pulgarcito”, allá por
1966. Este trabajo fue un encargo de la agencia de publicidad Nueva Línea,
propiedad de Bruguera (todo quedaba en casa), para el que Ibáñez tuvo que
dibujar a un niño de pelo rubio vestido a lo Superman y armado con una curiosa
pistola creada a raíz de una botella de Pepsi-Cola. Y el maestro se puso manos
a la obra (y nunca mejor dicho, pues para sacar adelante tanto trabajo debía
emplear las dos manos al mismo tiempo). Empleaba el mismo argumento para todas
las historias: el niño siempre acudía para calmar los malos humos surgidos
entre dos personas (o persona y animal), y gritaba: ¡Pepsi-Cola!, y se
transformaba en una especie de superhéroe. Entonces es cuando hacía uso de su
arma, disparando contra los alterados ciudadanos. Éstos, al recibir el disparo,
entraban en un repentino estado de calma y cordialidad, y se hacían amigos para
el resto de sus días. Y para celebrar esa nueva amistad, qué mejor forma de
hacerlo que tomándose unas botellas de Pepsi-Cola.
Cabecera de la serie.
Pepsiman.
Esta
serie se publicó hasta 1968, aunque Ibáñez la abandonó antes de su
desaparición, dejando el personaje en manos de Martínez Osete y de Bernet
Toledano. Como ha asegurado el propio Ibáñez al respecto: “Algunas de estas
series dejaron de existir porque yo ya no podía más. Hice un esfuerzo
sobrehumano para continuarlas, pero siempre estaba al límite de mis fuerzas;
entonces se las encargaban a otros dibujantes, pero muy poco después
desaparecían”.
Como podemos apreciar, a pesar de que Ibáñez andaba saturado de trabajo, ponía lo mejor de sí mismo en cada página de Pepsiman.
Extraordinaria última viñeta para esta particular aventura del personaje.
Éste, y siguiente, son ejemplos de Pepsiman dibujados por otras manos. Como vemos, desaparece la firma de Ibáñez y las páginas se presentan apócrifas.
Qué tal Juan Antonio, me comentó Hergest que la serie se publicó hasta 1970. ¿Puedes confirmar el dato? Veo que citas 1968 y creo que es un error que arrastra el libro de Guiral sobre Ibáñez...
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