Ante la prolongada (y cada vez más pronunciada) escasez de páginas originales dibujadas por Francisco Ibáñez en el mercado, el hambre entre compradores y coleccionistas se dispara, y los vendedores, conscientes de ello, han encontrado un nuevo filón poniendo a la venta aquellas dedicatorias, con dibujito incluido, que el maestro hace (o hacía) en las sesiones de firmas de sus álbumes. Sobre los precios, hay para todos los gustos, pero ya adelanto que el que quiera hacerse con uno de estos originales tendrá que rascarse el bolsillo de antemano porque cada vez resulta más difícil encontrarlos por menos de 16.000 pesetas (100 euros para los más jóvenes). Sinceramente, señores vendedores, esto se nos está yendo de las manos.
Pero mi objetivo aquí no es, ni mucho menos, entrar en el (fangoso) terreno de juego de los precios. El verdadero motivo que me ha empujado a redactar estas líneas es porque, una vez más, nos encontramos ante gente sin corazón dispuesta a adaptarse a esta nueva fiebre y, por lo tanto, a aprovecharse del más débil colándole, entre pecho y espalda, una auténtica (válgame la redundancia) y muy cutre falsificación. Visto lo visto, tengo la sensación de que, de forma inconsciente, los vendedores que los han puesto a la venta han sido los primeros en morder el anzuelo. Veamos algunos ejemplos…
La primera de estas dedicatorias incluye a Mortadelo disfrazado de mariposa con cierta cara de pánico, la misma que se me pone a mí cada vez que veo este dibujo. Un mono (mis disculpas) con los ojos tapados y las manos atadas a la espalda lo hubiera dibujado mejor. Incluso me atrevería a decir que, bajo esos temblorosos y torpes trazos a tinta se esconde un primer esbozo realizado a lápiz. Una pena haber marraneado de esta forma la primera página de un clásico tomo de la colección Súper Humor publicado en 1989. Falso no, falsísimo.
Sigamos con esta segunda muestra que es tan nefasta que hasta consigue ponerme de mala leche. De nuevo estamos ante un pulso con más vibraciones que un Satisfyer, algo que ya nos hace sospechar de su autenticidad desde un principio. Y claro está, lo que más chirría aquí son las terribles faltas de ortografía. Dice así: “A Amparó ordialmente, Ibañers”. Señor falsificador, si de cuatro palabras que tiene usted que escribir se equivoca en tres, sinceramente, dedíquese a otra cosa.
Precio: 100 euros (se aceptan ofertas). (Imagen: Todocoleccion).
Vamos con el tercero y último de la tarde. Sí, vale, admito que este dibujo no es de los que acompañan a una dedicatoria, pero he visto oportuno incluirlo en este repaso porque es una de las peores tomaduras de pelo que he visto en mi vida. Trazado, atención, sobre un lienzo (lo cual, le da más valor), el dibujo es tan nocivo que un prolongado visionado puede causar un severo desprendimiento de retina. Y es que aquí nada tiene sentido, ni siquiera la firma (chapucera hasta el asco) se salva de la quema. Repito, es de lo peor que he visto en mi vida.
Lamentable. En este país de trileros nunca dejaré de sorprenderme. Bueno post. Para lo que somos ultrafans de Paco Ibáñez y coleccionistas de la Escuela Bruguera esto no puede hacer más que repugnarnos. Qué pena!. Un fuerte saludo.
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