Pues sí, señoras y señores, resulta
que el fin del mundo está cerca, más concretamente, el 21 de diciembre de 2012,
es decir, dentro de unos cuantos días. Espero que, para entonces, hayamos
podido cumplir todos nuestros sueños y nos hayamos fundido todos nuestros
ahorros en coches de lujo, grandes mansiones y relojes de oro (sin nombrar
marcas, que luego son unos desagradecidos y no te quieren pagar nada por la
publicidad).
Desde que el mundo se hizo eco de
esta noticia, se dispararon todas las alarmas y algunos ya llevan preparándose
para ese fatídico día desde que oyeron la noticia. Yo, sinceramente, no creo
que ocurra nada. Como si de un día normal y corriente se tratase, me levantaré
a la misma hora y marcharé hacia mi trabajo, lugar donde pienso acabar la
jornada como cualquier otro día y del que estaré deseando que llegue la noche
para regresar a casa y refugiarme de estas bajas temperaturas que nos están
acechando rodeado por los míos.
Además, esa noche hay que
acostarse temprano pues, al día siguiente, es la rifa de la lotería y hay que
estar muy despejados para que no se nos escape ningún número.
Con el presente dibujo, he querido
dar mi particular versión de la supuesta profecía, viendo con mis propios ojos
cómo las palabras se van tergiversando conforme van extendiéndose de boca en
boca. Al final, de la profecía que anunció el señor iluminado no queda ni su
sombra, al igual que ocurrirá tantas veces con muchas de las noticias que
llegan hasta nuestros oídos.
Como ya he dicho, no creo en esta
supuesta profecía maya, si es que, realmente, se puede definir como tal. Digo
esto porque, que yo sepa, esos señores nunca hablaron de ningún fin del mundo,
sino de ciclos solares. Probablemente, haya más de uno (y más de dos) interesados
en sacar tajada de esta noticia, por ejemplo, los especuladores. Además, las
supuestas devastadoras tormentas solares que nos amenazarán no dejarán de ser
rutinarias tormentas como tantas y tantas veces hemos sufrido. Éste es un ciclo
que se repite cada once años.
Además, debemos tener en cuenta
que nuestro actual calendario está equivocado. Dionisio el Exiguo fue un monje
matemático que vivió en el siglo VI, quien se confundió al realizar el cálculo
de los años que habían pasado desde el nacimiento de Jesús de Nazaret cuando se
encontraba elaborando nuestro actual calendario. Esto quiere decir que, si
Dionisio el Exiguo hubiese realizado el cálculo como Dios manda, hoy estaríamos
en el año 2018 ó 2019, no en 2012. Es decir, que esta supuesta profecía maya
del fin del mundo ya habría ocurrido hace 8 ó 9 años y no nos hemos enterado.
Además, los seres humanos somos
muy dados a confundir términos. En el caso que ahora nos ocupa, el término Apocalipsis no significa “fin del mundo”, sino “revelación”, así que debemos quitarnos
esas tonterías de la cabeza de que nuestro final está próximo.
Con todas estas afirmaciones que
planteo, que estoy seguro que tienen más base que todas esas profecías mayas,
quiero tranquilizar al mundo mundial y transmitirle que duerman tranquilos porque
tenemos planeta tierra para rato. Aún así, si tras leer estas líneas, todavía
alguno piensa que estoy como una regadera y que el mundo se va a acabar,
¡adelante!, que siga con sus felices pensamientos. No quiero chafarle la ilusión
a nadie, Dios me libre.
Así pues, y como buen conocedor
de que nada sucederá el próximo día 21 (ya me daréis la razón), me despido
hasta la próxima entrada, ya la semana que viene.
Para todos los crédulos: ¡Que
tengáis un feliz fin del mundo!
Eso pasa cuando la voz se corre tanto (que mal suena). Si alguien me asegura que el mundo se acaba el día 21 me compro ese ferrari de mis sueños...
ResponderEliminarUn abrazo.