Segunda tira cómica protagonizada
por los impresentables Hortensio (el inocentón) y Julio (el inconformista). En
esta ocasión, el eje central de la historia gira en torno al tema de los coches
de lujo y se ceba en aquellos que tienen la fortuna de poder lucirse al volante
de uno de ellos, cosa que tanto parece disgustarle al señor Malavirgen pero que
luego no predica con el ejemplo.
El ser humano es envidioso y
cruel por naturaleza, y siempre solemos ver los defectos de los demás pero
nunca los nuestros propios. Esto mismo es lo que le ocurre a Don Julio
Malavirgen, quien no se muerde la lengua lo más mínimo a la hora de poner a
caldo a todos los que pueden permitirse el lujo de tener uno de estos automóviles
de gama alta sin reparar que él también se incluye en el mismo gremio.
Si os soy sincero, no tengo la
más remota idea de dónde habrá sacado Julio el dinero para poder costearse un
cacharro de semejante nivel, pues la mayor parte de su vida se la pasa en la
interminable cola del paro. Habrá que preguntarle al respecto.
Al bonachón de Hortensio, como
siempre, le toca tragar los negros humos de su malhumorado compañero, al que
siempre parece sentarle todo mal. Y yo me pregunto: ¿es que este hombre nunca
tendrá un buen día? Visto lo visto, no.
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