¿Quién dijo que ir a un velatorio, echar unas lagrimillas y pasar allí todo el día y toda la noche era un mal plan? ¿Quién fue el que se atrevió a decir que las sillas y los sillones de los tanatorios son incomodísimos y te dejan el culillo y la espalda hechos puré de patatas? Pues si alguien se ha atrevido a pronunciar semejantes barrabasadas, desde luego, no ha sido el tipo de la imagen; un caradura y despechado como el que más.
Según me contó él mismo días después de pillarle in fraganti roncando en el interior del ataúd, las noches anteriores a aquella no había podido pegar ojo pensando que su mejor amigo estaba a punto de marcharse al otro barrio. Así que, aprovechando que a altas horas de la madrugada no quedaba nadie en el interior del tanatorio, pidió permiso a su amigo (más tieso que la mojama) para poder echarse un ratillo en el ataúd, acolchado, blandito y cómodo a más no poder. Lo que más me extraña de todo es que el pobre difunto consintiera dejarle el sitio. No sé, no sé… aquí algo me huele a podrido, con todos mis respetos.
Lo que estoy intentando averiguar ahora es si el caradura de turno cogió a su amigo en brazos y lo dejó en el suelo cuidadosamente, o le soltó una patada en todos los riñones estampándolo de morros contra el suelo. Viendo lo relajado que está ahí roncando como un tronco, creo que me decanto más por la segunda opción que por la primera. Intuitivo que es uno.
En una situación como ésta, no podían faltar aquellos bichitos, tan pequeños e inofensivos como escatológicos. Vosotros me habéis pedido que no los extermine, y yo, como persona obediente que soy, les doy buenos bocatas de jamón ibérico para que me duren muchos años. ¿Qué serían mis dibujos sin los típicos gags secundarios interpretados por estos inolvidables bichejos? A mí me gustan los dibujos como los bocadillos de calamares o los cubatas: bien cargados.
Con la presente ilustración, he querido rendir mi particular homenaje a todos aquellos millones de chistes que se publicaban, semana tras semana, en las revistas de la Editorial Bruguera hasta su cierre definitivo a finales de los años ochenta. Una situación concentrada en una sola viñeta pero tan profunda y directa como si ocupase una página entera.
Qué recuerdos aquellos…
Creo que esta es la primera entrada que haces en la que los protagonistas principales no son los que hablan. Aquí los bichitos son los que comentan la historia y hacen entenderla. Me gusta mucho cómo te ha quedado el "muerto" porque la posición del cuerpo y brazos está bastante lograda. También juegas con el uso de la perspectiva utilizando tres niveles de altura sobre los que distribuyes tus personajes. ¡Enhorabuena!
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