sábado, 30 de junio de 2012

UHU Y EL NIÑO PRUDENCIO, de F. Ibáñez


En la muestra de originales de esta semana, me complace mostraros otro impresionante original de la factoría Ibáñez. Los personajes aquí representados no son Mortadelo y Filemón (qué más quisiera yo), pero son otros que, aunque menos conocidos, también hacen de las suyas por ahí ayudados por un simple tubo de pegamento.

Estamos ante una nueva incursión de Francisco Ibáñez en el tema de la publicidad. La creación de la agencia de publicidad Nueva Línea, propiedad de Editorial Bruguera, inició, en los años sesenta, una larga cadena de historietas enfocadas a publicitar diversos productos.

Una de esas primeras series (que anunciaba un pegamento de origen alemán) fue encargada al maestro, quien se encargó de darle vida, al menos, durante dos años, pasando enseguida el testigo. La serie en cuestión se tituló Uhu y el niño Prudencio, nacida en el prolífico año 1964, durante el cual, Ibáñez se vio desmesuradamente desbordado de trabajo. 




Ibáñez recibió varios encargos por parte de esta empresa publicitaria, los cuales, no parecían gustar demasiado a Rafael González, director editorial: “Cuando se creó Nueva Línea, empezaron las broncas de los miércoles (ese era el día en que había que entregar el material en redacción). El señor González consideraba que estos encargos eran una interferencia clara en el ritmo desenfrenado de las entregas de las series regulares; no podía concebir que no pudiera entregar a tiempo el material para las revistas semanales por culpa de las historietas publicitarias”, asegura el mismo Ibáñez, quien estuvo al frente de este serial, como ya he dicho, durante dos años, siendo sustituido por Martínez Osete y por Bernet Toledano, autores que se encargaron de su continuación hasta su desaparición en 1969. 




Esta serie apareció en las revistas “Pulgarcito”, “Tío Vivo” y “El DDT”, y estaba protagonizada por el búho Uhu (búho en alemán) y su amigo, el niño Prudencio, que, a pesar de haber salido de la cruel pluma de nuestro autor, apuntaba buenas maneras. Uhu llevaba siempre consigo un tubo de pegamento, e iba desperdigándolo siempre en plena calle, generando con esto unas situaciones de lo más divertidas.

Fuera como fuese, al final de estas curiosas historias siempre se hacía justicia, pues los malos de la película eran castigados y siempre acababan recibiendo su merecido.




Como simple curiosidad, os quiero contar, muy por encima, la odisea que viví cuando compré esta página.

La vi anunciada en una archiconocida página de Internet, en la que habré comprado unas doscientas mil veces. Pues bien, una mañana de domingo, bien tempranito, enciendo mi ordenador y me topo con este impresionante original de Ibáñez. En este tipo de páginas, como la mayoría sabréis, se pueden encontrar tanto subastas como compras directas. Pues bien, ésta, en cuestión, estaba puesta con la opción segunda. Así que, sin dudarlo dos veces, pulsé el botón de comprar y la página fue, directamente, a parar a mi carrito de la compra. Uhu y su amigo Prudencio ya eran míos, a pesar de su elevado precio de adquisición, cosa que no me importó.

Acto seguido, me puse en contacto con el vendedor, quien me facilitó sus datos para poder ingresarle el dinero de aquella maravillosa página. Enseguida realicé el pago de la misma mediante otra mega famosa página que todo el mundo utiliza y que yo mismo habré usado un porrón de veces sin que ocurra nada extraño, hasta ese día.

Lo dicho, pago la página y espero a que el vendedor me confirme la recepción de mi dinero. Transcurrieron varios días y no recibo ningún tipo de respuesta, así que decido ponerme en contacto con esa persona. Cuál fue mi sorpresa cuando me aseguró que no había recibido, hasta ese día, ni un céntimo en su cuenta. ¿Cómo? Entonces se me dispararon todas las alarmas.

El dinero había sido retirado de mi cuenta, por lo tanto, la transacción se había realizado correctamente. Entonces, ¿por qué no había llegado ese dinero a su destino? Volví a contactar con el vendedor para que volviera a revisar su cuenta, mi dinero tenía que figurar allí sí o sí. Pero no, allí no había rastro de mi ingreso.

Entonces fue cuando decidí ponerme en contacto con la página intermediaria y les expuse mi caso. Resulta que, por extrañas razones que, a día de hoy desconozco, mi dinero estaba por ahí retenido y bloqueado, por eso no había llegado al destinatario.

Pasaron los días, y las semanas, y aquello cada vez tenía peor pinta. El vendedor, cansado de mis insistencias, ya empezaba a dudar si realmente le había enviado el dinero o no.

Al final, después de noches de dormir, de duros quebraderos de cabeza, y a punto de ver volar mi página y, sobre todo, mi dinero, el vendedor se puso en contacto conmigo diciéndome que, al final, aquella cuantía estaba ingresada en su cuenta. Casi me desmayo de la emoción, no acababa de creérmelo y tuve que releer aquel correo varias veces. ¡POR FIN!

A los pocos días, recibí aquella página en mi domicilio perfectamente embalada. Aún no me lo creía, pero al fin, pude tenerla entre mis manos.



5 comentarios:

  1. Menos mal, en ventas por internet me gusta ir con precaución porque no sabes lo que te puedes encontrar.
    Un abrazo.

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  2. Vaya tela! Esa web intermediaria intuyo la que es y desde luego es de gran confianza. De momento no he tenido problemas en compras, salvo algún retraso. Una vez que llega la página, un nuevo tesoro en tu colección!

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  3. Magnifico original, entintado por el propio Ibáñez con tinta (de la que no se borra) enhorabuena por su adquisición.

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  4. Increible página. Yo espero conseguir una de Ibañez algún dia. ¿Donde conseguis todas estas joyas? Don Pedrito, UHU, Peñarroya, Raf, Vazquez, paginas de Cifre rotas...

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  5. Hola Jep. Gracias por pasarte por mi blog.

    Tengo que reconocer que esta página de Uhu es impresionante. A pesar de su elevado precio, no lo dudé lo más mínimo a la hora de adquirirla. Era un original de Ibáñez y, encima, entintado por él. ¿Cómo dejarla escapar?

    Si te mueves por el mundo de los originales, sabrás que es una afición que no resulta nada económica, precisamente. Y es que, en este mundo, te puedes topar tanto con páginas que pueden costar 50 euros como con otras que alcanzan, incluso, los 3000 euros (a mí me las han ofrecido).

    Aquí es como en todos los sitios: hay que tener contactos que te vayan informando de los originales que van circulando por ahí. Gracias a ellos (amigos en la gran mayoría) he podido conseguir páginas de los mejores autores que ha dado este país: Peñarroya, Raf, Vázquez, Gin, Cifré, Escobar, Jorge, Ambrós, Ibáñez, Segura...

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