Hablar de Miguel Gila es recordar
a un auténtico maestro del humor. Tal vez, a las nuevas generaciones no les
resulte tan familiar este nombre, pero el resto de los mortales lo llevamos
grabado en nuestra mente de un modo imborrable. Probó mil y un oficios (pintor
de coches, empaquetador de café y chocolate, dibujante, humorista, escritor,
actor y guionista de cine…), pero, sin lugar a dudas, su faceta más recordada
es la de aquel monologuista (un auténtico pionero en esta profesión) que
contaba sus anécdotas pegado a un antiguo teléfono. Por su labor como dibujante
es por lo que he incluido a Gila en esta sección. Cierto día, uno de sus
originales se coló de forma fortuita en mi colección personal, y hoy, recién estrenado
este 2017, lo rescato como homenaje a este gran genio que nos dejó hace ya
algunos años pero que sigue tan presente como el primer día.
(Imagen: Búscame en el ciclo de la vida).
Gila (Miguel Gila Cuesta) nació
en Chamberí (Madrid), el 12 de marzo de 1919. Debido a la delicada situación por
la que atravesaba su familia (su padre murió siendo él aún un niño y sufrieron
escasez económica), Gila se vio obligado a dejar los estudios a la temprana
edad de 13 años para ponerse a trabajar. Tras pasar por la cárcel y alistarse
al ejército de forma voluntaria (durante la Guerra Civil fue hecho
prisionero en varias ocasiones), empezó a ejercer como dibujante en la revista “La Exedra”, publicación editada por unos cuantos
universitarios allá por 1943. Desde 1957, colaboró en distintas revistas humorísticas,
tales como: “Don José” (publicada por
Diario España), “Selecciones de Humor de
El DDT” (Bruguera, 1958), “Hermano
Lobo” (Ediciones Pleyades, 1974) o “Muy
Señor Mío” (Riego Ediciones, 1979). También colaboró en “La Codorniz”, longeva revista de reconocido
prestigio considerada hoy como la madre (en lo que a inspiración se refiere) de
muchas publicaciones posteriores.
Pequeña muestra de algunos de los muchos chistes gráficos que Gila dibujó a lo largo de su carrera y con los que consiguió despertar más de una carcajada. (Imágenes: Miguelgila.com).
En 1951 narró sus vivencias en la
guerra en el teatro de Fontalba de Madrid. A su público se le acabó llenando
los ojos de lágrimas, pero no de tristeza, sino provocadas por la risa. Gila
contaba sus experiencias con tal gracia que unos hechos tan tristes y
dramáticos como aquellos se tornaron en divertidos momentos cargados del mejor
humor.
(Imagen: RTVE.es).
Miguel Gila también probó suerte
en el mundo del séptimo arte. Le salió bien la experiencia, pues llegó a actuar
en más de una docena de películas e, incluso, escribir varios guiones.
(Imágenes: Miguelgila.com).
En 1968 se marchó a Buenos Aires,
donde creó una compañía de teatro y una revista de humor: “La Gallina”,
clara sucesora de “La Codorniz”, al menos,
en cuanto al título de su cabecera. Mientras tanto, su presencia en los
escenarios era cada vez mayor, completando aforos allá por dónde pasaba.
También apareció en distintos programas de radio y televisión, alcanzado un
reconocimiento sin precedentes. Su humor directo y surrealista, sin saberlo,
llegó a crear escuela. Tras realizar varias visitas a nuestro país durante sus
giras, en 1985 regresó a España de forma definitiva.
Continuó haciéndonos reír hasta
poco antes de su muerte. Gila falleció en Barcelona el 13 de julio de 2001 a
consecuencia de un agravamiento de una enfermedad pulmonar que padecía. Este
legendario humorista siempre será recordado por ser aquel hombre que nació solo y que únicamente necesitaba un teléfono para hacernos rodar de risa por los suelos. Y el de la
guerra, que él vivió en primera persona, se convirtió en uno de sus números más
aclamados. No necesitaba armas, sólo una inagotable imaginación y un antiguo
teléfono que utilizaba constantemente para comunicarse con el bando contrario. Mítica
aquella frase que el maestro utilizaba nada más descolgar el auricular: “¿Está el enemigo? ¡Que se ponga!”.
En el original que muestro a
continuación podemos disfrutar con aquellos personajes cabezones y de grandes
narices que fueron tan característicos de su autor. La presente ilustración
está dibujada, en su integridad, a carboncillo, y fue realizada el 24 de
febrero de 1962 para ser incluida en una biografía que preparó TVE,
posiblemente, para algún programa especial. Algunos años después (el 19 de
noviembre de 1985), durante una cena organizada por la COPE en Madrid, plasmaría su
rúbrica sobre dicho dibujo.