Quisiera narraros esta semana una
vivencia que jamás olvidaré. Además de mi pasión por los cómics (no voy a
profundizar en este tema porque pienso que es de sobra conocido por todos),
otra de mis grandes aficiones es la investigación de fenómenos paranormales.
A día de hoy, por culpa de la
enorme falta de tiempo libre que sufro, es una tarea que me he visto obligado a
dejar aparcada para centrarme de lleno en la elaboración de mis propios
dibujos. Mi tiempo de ocio es escaso, muy escaso, y tuve que elegir entre una
de estas dos aficiones siendo prácticamente imposible abarcar ambas al mismo
tiempo.
He de confesaros que me he visto
envuelto en investigaciones y casos muy interesantes, visitando a los testigos
del fenómeno y entrevistándolos en primera persona en diversas ocasiones. Una
vez recogida toda la información, se estudia, se ordena y se redacta, y así
nacieron los tres libros que tengo escritos: Ovnis en la Biblia
(de 2009), Ovnis y milagros, crónica de
unos hechos inexplicables (también de 2009) y Ovnis: ¡ya han estado aquí! (de 2010). Debo confesar que en mis
archivos guardo información para, por lo menos, un par de libros más, pero no
logro sacar el tiempo ni la concentración suficientes como para poder llevarlos
a cabo, al menos, por el momento.
De todas estas aventuras y
correrías llevadas a cabo por un servidor ha estado siempre al corriente el
gran periodista, investigador y escritor Juan José Benítez, autor de más de 50
libros, entre los que destacan la saga compuesta por los nueve títulos de Caballo de Troya, El enviado, La rebelión de
Lucifer, Sueños, El ovni de Belén, Ricky B, El testamento de San
Juan y La punta del iceberg,
entre otros.
Juanjo Benítez es una persona a
la que admiro desde hace muchos años y de la que he tratado de seguir sus
pasos. Desde el primer día en que el señor Benítez supo de mi dedicación a la
investigación del fenómeno ovni y demás sucesos paranormales, en septiembre de
2008 se puso en contacto conmigo y me animó a que siguiera adelante, dándome
unos consejos que me fueron de gran utilidad. A partir de entonces, mi contacto
con él ha sido bastante frecuente, incluso durante los muchos meses que llevo
apartado de la investigación hemos seguido en continuo contacto hasta el día de
hoy, pero siempre en la distancia.
El 2 de octubre de este año
(2012), justo el día de mi cumpleaños, recibí una carta de J. J. Benítez
diciéndome que venía a Murcia a conocerme en persona. No me lo podía creer. Los
saltos de alegría que dí en ese momento no expresaban todo lo que sentía por
dentro.
Entonces le respondí
(lógicamente), dándole mi dirección personal, teléfono y demás datos que podían
serle de interés. Él volvió a escribirme y, posteriormente, me llamó por
teléfono, concertando el día de la visita el pasado 29 de noviembre.
Su agenda para estas fechas es la
siguiente: a finales de octubre viajó a Brasil, lugar donde presentó su último
libro de Caballo de Troya y donde
investigó unos cuantos casos de apariciones de personas ya fallecidas (tema
sobre el que empezará a escribir el 1 de enero del 2013 y que acabará sobre el mes
de junio). Al regresar de este largo viaje, el 27 de noviembre presentó en
Sevilla su último libro publicado: Jesús
de Nazaret, nada es lo que parece, donde hubo un pequeño coloquio y,
posteriormente, sesión de firmas.
Al día siguiente (día 28) por la
tarde, J. J. Benítez ya se encontraba en tierras murcianas, lugar donde me
confesó que había pasado los mejores años de su vida (vivió en esta ciudad durante
los años 1966 y 1968, trabajando como periodista para el diario La Verdad
de Murcia).
Llegó el día 29, y a las 10:30 horas
pasé a recogerle en mi propio vehículo al hotel donde se hospedaron él y su
mujer. No podía creerlo, el maestro por excelencia en la investigación de campo
en España y padre de la ufología estaba frente a mí y sólo para mí.
Acto seguido, nos fuimos a
desayunar, y allí me estuvo preguntando sobre muchos de los testimonios que yo
había recogido y escrito mientras no dejaba de tomar apuntes en una libreta, de
la que no se separó en ningún momento. Antes de entrar en materia, me hizo
entrega de su último libro (el de Jesús de Nazaret), que nos dedicó a mí y a mi
mujer.
Acabado el desayuno, procedimos a
visitar a algunas personas que ya habían sido entrevistadas por un servidor y
que J. J. tenía especial interés en conocer personalmente.
Así se nos hicieron las 13:45
horas, y nos fuimos a comer. Durante la velada, hablamos sobre un sinfín de
temas, y fue ahí donde Juanjo y Blanca, su esposa, abrieron sus corazones para
con nosotros, contándonos detalles muy personales, mostrándonos fotografías y
“amuletos” que siempre llevan encima, gastaron bromas acerca del montón de años
que llevan juntos y sobre la edad de ambos y, lo más sorprendente, Benítez se
quitó un anillo de plata que encontró en 1996 mientras buceaba en el Mar Muerto
y al que dedicó un libro y un documental de televisión, y me dijo que me lo
pusiera.
Debo confesar que, al ponerme
aquel anillo, sentí un extraño escalofrío por todo el cuerpo. Aquel anillo
“mágico” estuvo en mi dedo durante algo más de un minuto, y puedo asegurar que
no sentía ninguna gana de desprenderme de él.
Una vez acabada la comida, y como
cierre a aquella inolvidable visita a mi tierra, procedimos a realizar nuestra
última visita, pero, desgraciadamente, no había nadie en casa en ese momento.
Entonces iniciamos nuestro viaje de vuelta al hotel, lugar donde tenían que
estar a las 16:30 horas para entrevistar a otra persona que ha sido testigo de
fenómenos inexplicables.
Llegó el momento de la despedida
y, tras hacernos unas cuantas fotos todos juntos, Juanjo y yo nos fundimos en
un largo e intenso abrazo y no nos despedimos con un “hasta siempre”, sino con
un “hasta pronto”.
De izquierda a derecha: Blanca Rodríguez, Lorena Castillo, Juan José Benítez y Juan A. Ros.
Y su apretada agenda seguía
adelante: a las 16:30 horas, habían quedado en el hotel donde se hospedaban con
otro testigo al que le ocurrió un extraordinario fenómeno que no se puede
explicar, al menos, razonablemente, y a las 19:00 horas del mismo día, tenían
otra entrevista con otro testigo, también en el hotel. Al día siguiente (día
30) partirían hacia Alicante dónde iban a investigar varios casos. Ese mismo
día, a las 7 de la tarde, tenían que coger su vuelo en el aeropuerto de San
Javier que les llevaría hasta Madrid, donde tendrían lugar otras
investigaciones.
Posteriormente, cogerían otro
avión que les llevaría a Miami para investigar más casos, de Miami viajarían a
México, de México a Guatemala, y de Guatemala, de nuevo, a Miami. Una agenda
muy desbordada y que ha estado así durante los últimos 40 años y de la que el
propio Juanjo Benítez, según me confesó, ya se encontraba demasiado cansado
como para seguir con ese ritmo de vida. Pero, sin embargo, continúa y continúa
ejerciendo estas labores, pese al comunicado que emitió en su Web el año pasado
diciendo que iba a abandonar, progresivamente, la investigación, aunque
seguiría escribiendo, ya que guarda en sus archivos más casos de los que va a
publicar.
Como conclusión a esta visita,
diré que ha sido una experiencia que nunca olvidaré.
- En primer lugar, por conocer a J. J. Benítez y a
Blanca en persona, quienes son unas personas maravillosas, muy cercanas y
que nos trataron con mucho cariño en todo momento (el mismo que intenté
que recibieran de nuestra parte).
- En segundo lugar, por ver al maestro involucrarse y
meterse de lleno en plena investigación: ver cómo trabaja, cómo actúa,
cómo pregunta, cómo responde, cómo piensa… Se le notan al vuelo los 40
años que lleva de carrera.
- En tercer lugar, y por mucho que lo diga, nunca le
estaré todo lo agradecido que debería por publicar un extraordinario
suceso que le ocurrió a mi abuelo materno hace 24 años, algo que he estado
persiguiendo durante los últimos 4 años con la esperanza de que el caso no
quede relegado en el olvido y sea conocido por cuanta más gente mejor.
- Y en cuarto lugar, agradecer a Juanjo y a Blanca
por haber abierto sus corazones de la forma que lo hicieron, por habernos
tratado con tanto cariño, porque nos prometieron volver el año que viene y
porque nos abrieron las puertas de su casa para lo que necesitáramos.
Nunca olvidaré aquellas 6 horas
que pasamos juntos, las suficientes como para que aquel día se me quedara
grabado a fuego y como para forjar una larga y bonita amistad.
Amigos Juanjo y Blanca, gracias por tanto.
P.D.: No hubiese expuesto este
caso en mi blog si no tuviese relación directa con alguno de mis dibujos. Pues
bien, como recuerdo de aquel día, decidí hacer un dibujo que estuviera
protagonizado por el propio J. J. Benítez y por su esposa, y qué mejor forma de
homenajearles que dibujándoles en plena caza de un (supuesto) despistado
extraterrestre, quien no duda en sacar su lado más gamberro con el fin de
cubrirse las espaldas. Un dibujo que les encantó y que prometieron guardar toda su vida.