domingo, 27 de noviembre de 2011

EL (POBRE) DIABLO SOBRE RUEDAS


Mis cordiales saludos, queridos seguidores. Esta mañana (no sé por qué) me he levantado con ánimo emprendedor y me voy a pasar el día fuera de casa en un lugar aislado del mundo donde nadie pueda localizarme. Así que, lamentándolo mucho, esta semana no habrá nueva entrada en mi blog.

Un momento. ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Cómo voy a defraudar a mis más de diez millones de seguidores? Bueno, haré un esfuerzo y esta semana me quedaré en casa preparando la nueva entrada. Además, tengo dos dibujos pendientes de acabar y otro que quiero hacer con motivo de la Navidad. Así que, una semana más, me toca anclar el culillo a la silla y los codos en la mesa, y a darle al lápiz y a la pluma sin perder un segundo. Qué le vamos a hacer, a la próxima semana tal vez…

Ni de lejos se podría comparar este humilde dibujo con la mítica película de Steven Spielberg del mismo título, pero sin el pobre. En esta ocasión, el despistado Marcelino se pone al volante de un temerario SEAT 127, llevándose por delante cualquier cosa viviente y no viviente.

En un principio, pensé poner a Marcelino al volante de aquel legendario Plymouth Valiant rojo (el que salía en la película), pero como esto es España, decidí subirlo en el ya mencionado 127. Para el que no haya visto la película (que de todo tiene que haber en la viña del Señor), resumiré en cuatro líneas su argumento. Fue la primera película de un joven (y entonces desconocido) Spielberg en ser estrenada en cines, aunque originariamente se rodó para la televisión. El conductor del mencionado Plymouth es acosado durante todo el film por un siniestro y voraz camión cisterna (un viejo Peterbilt 351), el cual, lleva al protagonista al borde de la locura. Una película más que recomendable que sirvió de inspiración a su director para rodar el film que lo catapultaría a la fama mundial: Tiburón.

Aunque más que a El diablo sobre ruedas, por la forma en que se atropella a los transeúntes, diría más bien que se trata de una parodia del videojuego Carmageddon (ya sabéis, aquel en el que había que atropellar a la gente para conseguir puntos).

No diréis que no me he documentado para escribir esta nueva entrada, y es que, además de ser un admirador absoluto del gran genio Ibáñez, también lo soy del rey midas del celuloide: Steven Spielberg. Con este dibujo, quiero rendir homenaje a este todo terreno del cine.  

P.D.: Todos los que no hayáis visto aún el mítico film rodado en 1971, ¿a qué estáis esperando? Pero ahora no vayáis corriendo a las salas de cine a sacar la entrada, porque creo que ya no la ponen.


domingo, 20 de noviembre de 2011

MARCELINO SE VA A LA GUERRA


¡Angelito! ¿Y qué culpa tiene él si ve menos que un topo a las dos de la madrugada? Por suerte, siempre suele salir airoso de todos los marrones en los que se mete; por el contrario, algún día le veríamos en las esquelas del periódico.

Marcelino, aunque no lo aparente, es un tipo muy fiestero, y eso queda de manifiesto en la siguiente ilustración. La única pega (y menuda) es que, sin querer, se mete de lleno en medio de una gran batalla, y el tío tan ignorante y feliz. Los cañonazos de los tanques, el estallido de las bombas y los continuos tiroteos entre los dos bandos, son confundidos con las explosiones de los cohetes verbeneros.

Marcelino siente una gran devoción por su pueblo y, allí donde quiera que vaya, habla maravillas del mismo. Cada año, llueva o truene, cuando son las fiestas, este humilde tontainas acude sin falta atraído por el jolgorio de la verbena; una verbena amenizada por un acordeonista de frondoso y oscuro mostacho, y por una cantante entrada en kilos y con sombra bajo su nariz. Los asistentes: cuatro abueletes de muy avanzada edad y con los huesos hechos puré de calabaza.

Fiestazas aparte, centrémonos ahora en el dibujo. En un primer vistazo, parece una ilustración simple, pero puedo asegurar que tiene su trabajillo. Aunque en esta ocasión aparece en pequeñito, lo más costoso aquí fue trazar el tanque. Tenía en mente dibujar uno más simple, sin tanto detalle y con menos sombras, pero al final me decanté por el complicado. Sé que si no lo hubiese hecho así, aún se me removería la conciencia cada vez que lo mirara.

Aunque la página está cargada de detalles, aquí escasean los gags secundarios, tan presentes e importantes en mis dibujos como los protagonistas principales. A veces, me veo obligado a prescindir un poco de ellos; no por nada, sino por falta de espacio.

P.D.: Para los detractores de este entrometido personajillo, deciros que tendréis Marcelino para rato. Os lo aseguro.

P.D.2: Por si alguien no pilla el gag de los ratones, el supositorio al que hace referencia el roedor mutilado es una bala.

Bye.


domingo, 13 de noviembre de 2011

SILVERIO SOLITARIO


Su madre se quedó descansando. Lo de Silverio se entiende, pero lo de Solitario no tiene perdón. La única explicación que se me ocurre a este sugerente apellido es que, la mamá de este individuo, diera a luz en tan diminuto islote apellidando a su retoño con el adjetivo que describía a aquel lugar.

Y yo me pregunto: ¿Cómo llegaría esta mujer a este minúsculo peñasco? ¡Qué diablos! Silverio no tiene madre ni padre ni abuela, se apellida así porque a mí me da la gana y habita en dicho islote porque me sale de las narices. Siempre intento ubicar a mis personajes en lugares tan surrealistas como la situación a la que se enfrentan. Y en este caso, no podía ser de otra forma.

A este pobre hombre, le ocurre lo mismo que a Marcelino: va de una desgracia en otra. Cierta mañana (o tarde), a no sé que hora del día ni te cuento, Silverio se encontraba mareando al aire con un palo. De pronto, y sin saber cómo, llega hasta él un paquete sin remitente ni destinatario, que el pobre hombre desembala sin poder contener la ilusión. Lo que Silverio no sabía es que, algún hijo de su madre, medio en broma, medio en serio, había introducido una potente bomba en el interior de la caja. Puede que aquel obsequio llevara navegando días, incluso semanas, y tuvo que estallarle justo delante de sus narices. Las consecuencias, como os podéis imaginar, fueron fatales, pero por lo menos no había perdido su inseparable palito.

Humor muy al estilo de los dibujos de la Warner Bros., en los que explosiones con gigantescas bombas y cartuchos de dinamita no faltaban. En un principio, pensé en rotularle a la bomba aquella frase célebre: marca “ACME”, como homenaje a los inolvidables dibujos de mi infancia, pero al final, decidí no hacerlo por el tema de los derechos y esas cosas. Aunque, ahora que lo pienso, si para cuatro personas que visitan mi blog, ya sería mala suerte que una de ellas fuese directivo de la Warner. Bueno, lo hecho, hecho está.

Aunque el dibujo tiene sus complicaciones, fue bastante rápido de elaborar. Tal vez, al ahorrarme fondos, gags complementarios y los ya habituales animalitos toca narices, tuvo bastante que ver.

En conclusión, se puede considerar este dibujo como un paréntesis a los más de treinta ya publicados, dejando a un lado el ya típico chiste de una sola viñeta para pasar a desarrollar una breve historia en varias viñetas. Tampoco vi conveniente cargar demasiado los fondos, pues también es de agradecer el visualizar un dibujo sin tener que estar forzando la vista para apreciar todos los detalles que se extienden por ahí. Ésta, junto a la historieta de Don Fleco, son las dos únicas páginas que he creado desarrollando historias por viñetas. De momento, en los dieciocho dibujos que tengo acabados y pendientes de publicar (más otros dos que vienen de camino), no hay ninguno más de este estilo. Pero tranquilos y tranquilas, que en el momento que me de la vena elaboro otro, repitiendo personajes o creando otros nuevos, ya se verá.

P.D.: Quiero dedicar este especial dibujo a una persona muy querida y, posiblemente, la primera en despertar interés por mi obra. Sé que, allí dónde estés, seguirás dándome ánimos para que siga adelante con esto. Yo, como una pequeña muestra de agradecimiento, te iré mostrando mis nuevos dibujos en primicia, mucho antes de que sean publicados en mi blog. Nunca te olvidaremos. Para ti: Mercedes M. L.


domingo, 6 de noviembre de 2011

VENANCIO Y MARCELINO, HUYEN DE UN “GOLONDRINO”


Esta peculiar pareja de individuos, llevan más de veinte años siendo amigos (se conocieron en el colegio), y como ya era de costumbre, solían salir a dar un paseo por el parque cada tarde. Así aprovechaban para debatir sobre fútbol, política y coches (¡qué originales!) y, seamos sinceros, decir algún piropo que otro a las chicas que se cruzan por su camino. Aunque, si a los treinta y tantos siguen más solos que la una, así de bien se les tiene que dar eso de los piropos…

Que Marcelino es un tipo con gran corazón, de eso no cabe la menor duda (y lo puedo reafirmar, que para eso lo he parido). A pesar de que siempre anda metiéndose en marrones de tres pares de narices, tengo que confesar que ha sido a raíz de su buena fe y de sus buenos sentimientos. ¿Qué culpa tiene el pobre hombre si su vista es más corta que mi sueldo de un mes?

En esta ocasión (y no será la última, eso lo garantizo), Marcelino es el que sale peor parado de la situación. Su intención era buena (alimentar a las desnutridas palomas), pero su despiste fue fatal. Para postre, le toca aguantar el broncazo de su amigo Venancio, que a pesar de que vela por su seguridad, no es su ángel de la guarda.

Primera incursión en el género gore en las más de treinta entradas (que se dice pronto) que llevo publicadas en mi blog. Para los que hayáis leído mis anteriores apuntes, sabréis que no es la primera vez que toco este sanguinario género, pues, allá por 1998, escribí, dibujé y di color a un cómic basado en la mítica saga cinematográfica Viernes 13, al cual, le añadí el mismo título, en donde hay más sangre por metro cuadrado que en la nevera del Conde Drácula.

Un humor muy corrosivo, una araña peleona, un caracol con serios problemas, unos ratones salvando el pellejo y un pterodáctilo con escaso sentido del humor, completan el menú de esta semana.

P.D.: Niños, no os preocupéis por Marcelino, en casa tiene brazos de repuesto.