Hace tan sólo unos días
(precisamente el pasado sábado 8 de noviembre de 2014), vi cómo mi colección de
originales aumentaba de forma cuantiosa gracias a las “capturas” realizadas por
un buen amigo. Dicho botín estaba formado por unos cuantos originales de
Francisco Ibáñez (sí, el papá de Mortadelo y Filemón), del que prefiero no
anotar cifras para no provocar desmayos, y que ayudaron a seguir ampliando mi
colección ibañezca hasta alcanzar los 50 originales.
Todavía recuerdo aquella cercana
fecha de 2010, cuando ofrecía lo que fuera por hacerme con algún original de
este genial historietista. Mi ansiada búsqueda se prolongó durante algo más de
un larguísimo año (mediados de 2011), hasta que, al final, tanta insistencia
dio resultados positivos. Lo que, en un principio, parecía formar parte de algo
extremadamente casual, fue, única y milagrosamente, el pistoletazo de salida de
lo que vendría después. A partir de esa fecha, y una vez rota mi particular
maldición, los originales firmados por Ibáñez me llovían a cántaros (un sueño
para un servidor y una pesadilla para mi bolsillo). Debo admitir que no he
dejado escapar ni una sola oportunidad; original que me han ofrecido, original que
ha caído en mi poder. Gracias a mi debilidad, y a unos cuantos “contactos” con
gran olfato, he conseguido que llegara a mis manos, sin descanso, una página
tras otra, pudiendo contar en mi haber con la friolera cifra de 50 originales.
Entre éstos, se pueden contemplar
trabajos de todas las épocas, aunque, en su mayoría, se contabilizan bastantes
páginas de las que Ibáñez realizó para la revista “La Risa”,
entre 1953 y 1958. Seriales como Kokolo, Haciendo el indio, Nicomedes
Camueso, López el guardabosques, Rompetechos, Don Pedrito, Uhu y
el niño Prudencio y hasta los mismísimos Mortadelo y Filemón,
junto a una veintena de páginas repletas de chistes varios, conforman mi
colección particular que, a día de hoy, sigue subiendo como la espuma.
Y con respecto a ir sacándolos a
la luz, advierto que conviene tener paciencia. Con el tiempo podréis ir
disfrutando de estas páginas, de su movimiento, de su precisión en el trazo, de
sus insondables personajes, de los secretos que encierra cada una de ellas, del
genial humor de Ibáñez…
Espero poder redactar, en breve,
una nueva entrada similar a ésta pero celebrando la mareante cifra de 100
originales ibañezcos. Quién sabe, todo a su debido tiempo…