En la muestra de originales de
esta semana, me complace mostraros otro impresionante original de la factoría
Ibáñez. Los personajes aquí representados no son Mortadelo y Filemón (qué más quisiera yo), pero son otros que,
aunque menos conocidos, también hacen de las suyas por ahí ayudados por un
simple tubo de pegamento.
Estamos ante una nueva incursión
de Francisco Ibáñez en el tema de la publicidad. La creación de la agencia de
publicidad Nueva Línea, propiedad de
Editorial Bruguera, inició, en los años sesenta, una larga cadena de
historietas enfocadas a publicitar diversos productos.
Una de esas primeras series (que
anunciaba un pegamento de origen alemán) fue encargada al maestro, quien se encargó
de darle vida, al menos, durante dos años, pasando enseguida el testigo. La
serie en cuestión se tituló Uhu y el niño
Prudencio, nacida en el prolífico año 1964, durante el cual, Ibáñez se vio
desmesuradamente desbordado de trabajo.
Ibáñez recibió varios encargos
por parte de esta empresa publicitaria, los cuales, no parecían gustar
demasiado a Rafael González, director editorial: “Cuando se creó Nueva Línea,
empezaron las broncas de los miércoles (ese era el día en que había que
entregar el material en redacción). El señor González consideraba que estos
encargos eran una interferencia clara en el ritmo desenfrenado de las entregas
de las series regulares; no podía concebir que no pudiera entregar a tiempo el
material para las revistas semanales por culpa de las historietas
publicitarias”, asegura el mismo Ibáñez, quien estuvo al frente de este
serial, como ya he dicho, durante dos años, siendo sustituido por Martínez Osete
y por Bernet Toledano, autores que se encargaron de su continuación hasta su
desaparición en 1969.
Esta serie apareció en las
revistas “Pulgarcito”, “Tío Vivo” y “El DDT”, y estaba protagonizada por el búho Uhu (búho en alemán) y
su amigo, el niño Prudencio, que, a pesar de haber salido de la cruel pluma de
nuestro autor, apuntaba buenas maneras. Uhu llevaba siempre consigo un tubo de
pegamento, e iba desperdigándolo siempre en plena calle, generando con esto
unas situaciones de lo más divertidas.
Fuera como fuese, al final de
estas curiosas historias siempre se hacía justicia, pues los malos de la película
eran castigados y siempre acababan recibiendo su merecido.
Como simple curiosidad, os quiero
contar, muy por encima, la odisea que viví cuando compré esta página.
La vi anunciada en una
archiconocida página de Internet, en la que habré comprado unas doscientas mil
veces. Pues bien, una mañana de domingo, bien tempranito, enciendo mi ordenador
y me topo con este impresionante original de Ibáñez. En este tipo de páginas, como
la mayoría sabréis, se pueden encontrar tanto subastas como compras directas.
Pues bien, ésta, en cuestión, estaba puesta con la opción segunda. Así que, sin
dudarlo dos veces, pulsé el botón de comprar y la página fue, directamente, a
parar a mi carrito de la compra. Uhu y su amigo Prudencio ya eran míos, a pesar
de su elevado precio de adquisición, cosa que no me importó.
Acto seguido, me puse en contacto
con el vendedor, quien me facilitó sus datos para poder ingresarle el dinero de
aquella maravillosa página. Enseguida realicé el pago de la misma mediante otra
mega famosa página que todo el mundo utiliza y que yo mismo habré usado un
porrón de veces sin que ocurra nada extraño, hasta ese día.
Lo dicho, pago la página y espero
a que el vendedor me confirme la recepción de mi dinero. Transcurrieron varios
días y no recibo ningún tipo de respuesta, así que decido ponerme en contacto
con esa persona. Cuál fue mi sorpresa cuando me aseguró que no había recibido,
hasta ese día, ni un céntimo en su cuenta. ¿Cómo? Entonces se me dispararon
todas las alarmas.
El dinero había sido retirado de
mi cuenta, por lo tanto, la transacción se había realizado correctamente.
Entonces, ¿por qué no había llegado ese dinero a su destino? Volví a contactar
con el vendedor para que volviera a revisar su cuenta, mi dinero tenía que
figurar allí sí o sí. Pero no, allí no había rastro de mi ingreso.
Entonces fue cuando decidí
ponerme en contacto con la página intermediaria y les expuse mi caso. Resulta
que, por extrañas razones que, a día de hoy desconozco, mi dinero estaba por
ahí retenido y bloqueado, por eso no había llegado al destinatario.
Pasaron los días, y las semanas,
y aquello cada vez tenía peor pinta. El vendedor, cansado de mis insistencias,
ya empezaba a dudar si realmente le había enviado el dinero o no.
Al final, después de noches de
dormir, de duros quebraderos de cabeza, y a punto de ver volar mi página y,
sobre todo, mi dinero, el vendedor se puso en contacto conmigo diciéndome que,
al final, aquella cuantía estaba ingresada en su cuenta. Casi me desmayo de la
emoción, no acababa de creérmelo y tuve que releer aquel correo varias veces.
¡POR FIN!
A los pocos días, recibí aquella
página en mi domicilio perfectamente embalada. Aún no me lo creía, pero al fin,
pude tenerla entre mis manos.
Menos mal, en ventas por internet me gusta ir con precaución porque no sabes lo que te puedes encontrar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya tela! Esa web intermediaria intuyo la que es y desde luego es de gran confianza. De momento no he tenido problemas en compras, salvo algún retraso. Una vez que llega la página, un nuevo tesoro en tu colección!
ResponderEliminarMagnifico original, entintado por el propio Ibáñez con tinta (de la que no se borra) enhorabuena por su adquisición.
ResponderEliminarIncreible página. Yo espero conseguir una de Ibañez algún dia. ¿Donde conseguis todas estas joyas? Don Pedrito, UHU, Peñarroya, Raf, Vazquez, paginas de Cifre rotas...
ResponderEliminarHola Jep. Gracias por pasarte por mi blog.
ResponderEliminarTengo que reconocer que esta página de Uhu es impresionante. A pesar de su elevado precio, no lo dudé lo más mínimo a la hora de adquirirla. Era un original de Ibáñez y, encima, entintado por él. ¿Cómo dejarla escapar?
Si te mueves por el mundo de los originales, sabrás que es una afición que no resulta nada económica, precisamente. Y es que, en este mundo, te puedes topar tanto con páginas que pueden costar 50 euros como con otras que alcanzan, incluso, los 3000 euros (a mí me las han ofrecido).
Aquí es como en todos los sitios: hay que tener contactos que te vayan informando de los originales que van circulando por ahí. Gracias a ellos (amigos en la gran mayoría) he podido conseguir páginas de los mejores autores que ha dado este país: Peñarroya, Raf, Vázquez, Gin, Cifré, Escobar, Jorge, Ambrós, Ibáñez, Segura...