Segunda tira correspondiente a mi
etapa más gamberra y desmelenada. Si en la anterior, la acción transcurría en
mitad del océano (http://elblogdejuanantonioros.blogspot.com.es/2013/07/silverio-solitario-la-muneca-hinchable.html),
es aquí cuando decido trasladar todo a la (supuesta) tranquilidad del campo.
El señor Castravieja (Felipe, de
nombre de pila) es uno de esos pastores que han heredado el oficio por
imposición, es decir, pasando de generación en generación hasta caer en sus
manos. Sólo que aquí, tanta generación se convierte en degeneración; si no,
mirad la actitud del caballero.
Comprendo que en mitad de la
nada, sólo rodeado de inmensos prados, árboles y ovejas, uno eche en falta al
sexo opuesto (sobre todo en ciertas ocasiones). Pero pienso que hay otras
formas de aliviarse distintas a las que emplea este hombre.
Pobre animalillo, aunque, viendo
sus gestos, no parece disgustarle demasiado.
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ResponderEliminarAle.