Tras nuestra visita al dentista
de la semana pasada (de la que, con toda seguridad, aún nos estaremos
reponiendo), ahora toca explorar un tema que, por desgracia, está en boca de
todos y de rigurosa actualidad: la búsqueda de empleo.
El número de parados en nuestro
país en 2011 fue de 5.273.600, lo que supone una tasa de paro del 22,85%. El
número de hogares con todos sus miembros activos en paro se incrementó a
1.575.000, y la tasa de paro juvenil se colocaba en el 48,60%.
En el primer trimestre del
presente año, el número de parados ascendió en 365.900 personas, lo que suma un
total de 5.639.500 de desempleados, situando la tasa de paro en un 24,55%.
Con la mirada puesta en un futuro
muy oscuro y con estos datos tan esperanzadores, nos vemos en este blog, una
semana más, con un nuevo dibujo realizado a pulso por mi puño y letra.
El tema aquí tratado, como ya he
dicho, es el de buscar trabajo y tratar de no morir en el intento, algo tan
delicado en estos tiempos que se le pone a uno la carne de gallina sólo de
pensarlo.
Yo, por el momento, tengo trabajo
(toco madera), pero hay muchas personas muy allegadas a mí que carecen del
mismo, topándose con la puerta en las narices cada vez que acuden a algún lugar
con un currículum debajo del brazo. Y es que la respuesta es en todos sitios la
misma: “¿Buscas trabajo? No gracias, aquí
no”. Y eso que no vamos exigiendo que nos regalen un Rolex o un buen traje
de Brioni (marca que realiza los trajes más caros del mundo); ¡por el amor de
Dios, que sólo queremos trabajo! Ni así…
Tan negra está la cosa en nuestro
país que uno, con 30 años, ya es “viejo” para ciertos oficios, pues prefieren
contratar a chavales y chavalas de 18 años para hacerles contratos-basura y
pagarles cuatro céntimos al mes menos retenciones. Por todas estas razones,
muchos españoles se están planteando marcharse a trabajar fuera del país, y lo
están haciendo (lo sé de muy buena tinta). Dejan todo: familia, hogar y amigos,
para hacer las Américas, las Alemanias, las Francias o lo que sea, en busca de
algo tan simple como básico: trabajo.
Con buenas miras al futuro y
siendo positivos, crucemos los dedos para que la situación se normalice lo
antes posible y que todo vuelva a estar como antes: cada uno en su oficio,
ganando un sueldo (más alto o más bajo) a final de mes y ocupando el tiempo en
otras cosas que no sean estar tumbados en el sofá panza arriba todo el día o
volver a casa con los ojos como riñones cada vez que regresamos de buscar
trabajo.
Privilegiados aquellos que buscan
un puesto de trabajo en nuestros días y lo encuentran.
En los tiempos que corren, aunque sea de "cajero" bienvenido sea tener un trabajo.
ResponderEliminarMuy bueno, me gusta lo del caracol moderno jejeje. Tirando del carro, nunca mejor dicho.
Un abrazo amigo.
Me gusta mucho la habilidad con la que has representado caras y las manos de los personajes, así como el movimiento que le has intentado dar. También me gustan los gags secundarios, sobre todo el del caracol con su pedazo de casa nueva. Por otro lado, creo que no se ha entendido bien lo que has querido ridiculizar. De tus comentarios previos a la historieta, está claro que para nada te refieres a la profesión en sí de "cajero de ataúdes", profesión (si es que existe como tal) totalmente respetada y digna, sino que, poniéndolos en primer plano, te refieres a esos "amigotes" que se mofan de los errores de uno, sobre todo si encima se ha estado alardeando previamente de que se ha conseguido el trabajo ideal. Queda claro que si luego han sido todo falsas espectativas o promesas, te dan palos por todos lados como el caso de la historieta ¡Enhorabuena!
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