sábado, 7 de junio de 2014

OTRA ILUSTRACIÓN DE UN (NUBLADO) DÍA DE PLAYA



Siguiendo en la línea de mi última ilustración expuesta en este blog, vuelvo a publicar un dibujillo que realicé hace unos días a escasos metros del agua del mar bajo la atenta mirada de las olas.

Para esta segunda excursión playera, sí que me fui provisto de sombrilla, aunque, tengo que reconocerlo, no hizo falta ni bajarla del coche. El día fue transcurriendo tal cuál amaneció: completamente nublado y con una ligera brisa más propia de un gris otoño que de estas fechas. Pese al tiempo que se me presentaba de ventanas para afuera, decidí liarme la manta a la cabeza y coger rumbo a las cálidas y sosegadas aguas del Mar Menor.

Una vez allí, tumbado en la arena sobre una toalla, entre tentempié y tentempié, y esquivando a los doscientos vendedores ambulantes que tratan de meterte sus productos por las narices, decidí aislarme del mundo que me rodeaba y centrarme en aquella inmaculada y bella hoja de papel en blanco. Con el lápiz sobre la oreja, al más puro estilo de los carpinteros más dicharacheros, me puse a observar todo cuánto me rodeaba para tratar de buscar esa cosa que viene de vez en cuando y que algunos llaman inspiración. Menos mal que ese día caminaba por allí y pude cazarla a tiempo.

De ahí nació el dibujete que muestro a continuación, en el que podemos ver a dos niños construyendo los típicos castillos de arena arropados por las olas del mar. Como es habitual en casi todas mis obras, cientos de gags secundarios se ven repartidos por toda la escena, obsesión heredada directamente de mi maestro Ibáñez.

P.D.: Esa jornada, a diferencia de la anterior, regresé a casa con la piel sana y salva y con un nuevo dibujo bajo el brazo. Esto se traduce en una nueva entrada (como ésta) para mi blog. 



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