Nuevo original del maestro Ibáñez
que incluyo entre las planchas de mi colección. En esta ocasión nos centraremos
en uno de sus múltiples trabajos publicados en Bruguera y en el poco aprecio
que mostraban los mandamases de esta editorial hacia las páginas originales de
sus autores.
Esta plancha, que lleva por
título El atletismo, fue dibujada a
principios de los años sesenta por un Ibáñez en busca de un estilo personal y
sometido a las exigencias de sus superiores, que estaban empeñados en que
imitara la línea estilística de Vázquez. Estamos ante una página muy divertida
(casi todas las de Ibáñez lo son), compuesta por seis chistes que tratan sobre
el mismo deporte que da nombre a este trabajo, más una viñeta inicial con el
título.
Si nos paramos a observar esta
página detenidamente (aunque se aprecia a kilómetros de distancia), descubrimos
que la totalidad de sus viñetas han sido recortadas y vueltas a pegar sobre una
nueva cartulina. ¿Por qué? La respuesta es sencilla a la vez que triste.
Bruguera, al igual que otras
editoriales, tenía por costumbre reeditar trabajos ya publicados con
anterioridad con el fin de ahorrarse algunos durillos (muchos autores han
confesado no cobrar royalties por ello). Para conseguir tal fin, y supongo que
para ajustar estas antiguas páginas a los nuevos formatos de sus revistas,
“mutilaban” las planchas originales sin ningún tipo de pudor a su imagen y
semejanza. Así, y como podemos ver en este ejemplo que muestro a continuación
de otra página de Ibáñez titulada ¡Huy,
qué miedo!, recortaban viñetas y dibujos sin respetar el trabajo de su
autor y volvían a unir todas las piezas sobre una nueva cartulina, alterando el
formato original, el orden y, quizá, el número de viñetas por página. Y yo me
pregunto: ¿tanto costaba hacer una fotocopia del original y trabajar sobre la
misma? Si lo que buscaban era abaratar costes, sí.
Página, tal y como la confeccionó Francisco Ibáñez, publicada a principios de los sesenta.
Página mutilada y reeditada algunos años más tarde. Como vemos, no luce igual que la primera e, incluso, ha perdido alguna viñeta por el camino. Lamentable.
Para adaptar los dibujos
originales al nuevo formato, en la mayoría de los casos había que redibujar
cada viñeta para que el futuro lector no se percatase de esta atrocidad. Así
pues, y tomando como referencia el original de esta página de El atletismo, hallamos los dibujos primitivos
cosechados por el maestro Ibáñez, acabados por unas manos ajenas a las suyas. Desconozco
dónde se publicó esta página por vez primera y cuál fue su formato original, pero
estoy convencido de que sería mucho más bonito que el aspecto que luce en la
actualidad.
Si esta decisión editorial puede
hacer que más de uno se lleve las manos a la cabeza, todavía hubo un crimen
mucho peor que éste y del que, los amantes del género, aún no nos hemos
repuesto: la destrucción de cientos o, tal vez, miles de originales de todos
los dibujantes de la casa, desvaneciendo, con esta brutal decisión, un legado
nacional de incalculable valor sentimental y económico que fue a parar,
directamente, a la basura. Si el problema era la falta de espacio, ¿tanto
costaba devolver estos trabajos a sus autores? Ah, claro, olvidaba que los
derechos sobre todos los personajes los tenía Bruguera. Los dibujantes eran
meros jornaleros; no tenían ninguna propiedad sobre sus trabajos. Me imagino a
estos forzados trabajadores haciendo añicos todo ese material. Seguro que, a
más de uno, se le debió escapar alguna lágrima…
P.D.: Gracias al buen hacer de
estos obligados empleados, conscientes de que estaban destruyendo gran parte de
la historia de nuestro país, algunos de ellos guardaron fragmentos de estos
originales bajo sus ropas, aún sabiendo que, con esta acción, se jugaban el
puesto de trabajo.
Página original de El atletismo. O mejor dicho, lo que queda de ella.
...y así se reeditó en la revista.
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