Tras varios años de colaboración,
donde el maestro tuvo un papel muy importante en las páginas de la revista “La
Risa”, la relación existente entre Ibáñez y Editorial
Marco se acabó (aunque no de manera no oficial), dando lugar a la extensa y
fructífera etapa Brugueriana.
A pesar de haber cambiado de
empresa, el maestro siguió trabajando para la editorial anterior ya que su
relación con el editor era bastante buena. Esos trabajos publicados “de
extranjis” (por así decirlo) a finales de los años cincuenta, figuraban siempre
como anónimos, pues Ibáñez no los firmaba por miedo a represalias con Bruguera,
su nueva casa.
Por aquellos entonces, Ibáñez ya
había creado a sus personajes más longevos y populares: Mortadelo y Filemón, y
el volumen de trabajo del maestro empezaba a crecer de un modo imparable.
Aunque eso no impedía que continuara con sus anónimas labores para Editorial
Marco. Fue entonces cuando nacieron Los tres mosquitos (serie de dos
páginas nacida en el número 179 de “La Risa” y publicada en esta
revista hasta el número 192) o Furgensio (personaje del que ya hablé en esta
misma sección hace algún tiempo y que fue publicado en 1960, año que Ibáñez
abandonó Marco de forma definitiva).
Cabecera de la serie e imagen de los tres mosquitos.
Pero esta colaboración a dos
bandas no duró mucho; en Bruguera cada vez se le exigía más y los días sólo tenían 24 horas. Para que nos hagamos una idea, de las siete páginas semanales
que Bruguera encargó inicialmente al maestro, pasaron a ser once, después
quince y, posteriormente, veinte, aunque hubo semanas que llegó a entregar
hasta veintidós páginas. Sí, han leído bien.
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