Llegados hasta la página número
7, sólo cabe apuntar que el desenlace de Drogas
en Egipto está próximo, al igual que el final de aquellos confiados
contrabandistas.
Cuando los helicópteros de los
traficantes tocan tierra firme, sin tiempo que perder, Sugar comienza a
bombardearlos desde su escondite. Los malhechores, alarmados por ese imprevisto
ataque que ponía en peligro su misión y sus vidas, no quedándose de brazos
cruzados, localizan el lugar donde se ocultaba nuestro agente y deciden abrir
fuego contra él. Sugar, avispado caballero que se las sabe todas, deja toda su
artillería preparada para que su guapa compañera de fatigas prosiga con la embestida
mientras él se marcha a dar un paseo por las inmediaciones. La acción, al
servicio de este agente, está servida.
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