sábado, 27 de diciembre de 2014

UN IBÁÑEZ SATURADO (DIARIO DE VIAJE III)



Todo lo que empieza, acaba. Eso mismo fue lo que ocurrió con nuestra última visita a la Ciudad Condal. Llegó el lunes 8 y, antes de iniciar nuestra última visita por la ciudad, tuvimos que hacer las maletas. El tren de regreso a casa salía a las 15:00 horas, así que tocaba madrugar para aprovechar cada uno de aquellos últimos minutos. Para este día reservamos algunas compras (cómics y algún que otro décimo de lotería), y también ciertos lugares que nos habíamos dejado sin explorar.

Las horas centrales del día se aproximaban, así que debíamos buscar un lugar donde poder sentarnos a comer algo antes de dirigirnos hacia la estación. Una vez saciados los estómagos, cual vendedor ambulante que va cargado hasta las orejas de equipajes y bultos varios, caminamos a paso ligero (para no perder el tren) por aquellas aceras que nos guiaban hasta la estación.

A la hora en punto, aquel cacharro de no sé cuántos vagones se puso en marcha. Debo ser sincero: ya habían ganas de regresar a casa, aunque siempre se le queda a uno cierto gesto de tristeza cuando ha de marcharse de un lugar donde le han acogido con los brazos abiertos. Así pues, otras 7 horas nos esperaban todavía por delante, y la historia volvía a repetirse.

Algo más cansado que en el viaje de ida, destripé aquella bolsa negra de plástico y extraje los cómics recién adquiridos que aguardaban en su interior. Esos libritos consiguieron que el viaje se hiciera mucho más ameno.

Tal vez por la sobreexposición a tanto dibujillo a color, por el exceso de información que estaba penetrando en mi mente o, simplemente, por ese gusanillo incontrolable que a veces te corroe por dentro, tuve que agarrar una de aquellas hojas en blanco y ponerme a dibujar. Puede que alguno de aquellos tebeos que tenía en mis manos me despertara la inspiración.

Un rato después, me encontraba dando los últimos retoques a mi particular dibujo entintado de aquella manera por culpa de la mala postura y los continuos traqueteos del tren. Y bueno, así quedó la cosa: muchos recuerdos, muchas más fotografías y un par de dibujos que me harán recordar este viaje a Barcelona para siempre. Espero volver pronto…



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