domingo, 28 de febrero de 2016

MORTADELO, FILEMÓN Y ROMPETECHOS, de Juan Manuel Muñoz



En 2013, un servidor tuvo la brillante idea de pedirle un dibujo original a Muñoz, mano derecha de Ibáñez desde hace más de 30 años. En el momento de mi petición, el dibujante andaba bastante liado y me pidió que esperara un tiempo. Lógicamente, acepté encantado su ruego.

Finalmente, y mientras me hallaba disfrutando de unas merecidas vacaciones de verano, Muñoz volvió a ponerse en contacto conmigo para hacerme saber que mi sueño de aquel dibujo había empezado a hacerse realidad. No lo voy a ocultar: sentí una gran emoción. Algunos días más tarde, ya en casa, recibí la visita de aquel empleado de Correos que traía consigo un enorme sobre en las manos. Nunca me alegré tanto de verle como aquel día. Por fin, y ansioso por descubrir lo que se escondía en su interior, empecé a desembalar todo con los nervios a flor de piel.

Y aquel extraordinario dibujo ha permanecido custodiado (en silencio) en mis archivos hasta hace unos meses (05/08/2015), fecha en la que el propio Muñoz lo hacía público en su blog junto a otra ilustración que también le pidieron de encargo. Hoy, de nuevo a petición mía, la máquina creativa de Muñoz ha vuelto a ponerse en marcha. ¿Con qué nueva maravilla nos sorprenderá ahora? Habrá que ser pacientes para descubrirlo. 




Muñoz (Juan Manuel Muñoz Chueca) nació en Barcelona en 1961. En 1978, empezó a trabajar para Editorial Bruguera, en un primer momento, pasando a tinta las páginas a lápiz de otros dibujantes (personajes como El profesor Tragacanto, Deliranta Rococó, El botones Sacarino, Rompetechos, etc. han pasado por sus manos) y, más tarde, encargándose de realizar historietas completas (lápiz y tinta). Por aquellos entonces, además, Muñoz empezó a codearse con algunas agencias de publicidad y dibujó diversas aventuras de Bamse, personaje infantil publicado en Suecia.


 Página número 1 (de 6) de una historieta de Sacarino dibujada a lápiz en 1983 por Muñoz y entintada por manos ajenas.



 Bamse.


Su relación con Bruguera se truncó hacia 1984, o bien, en 1985, con el cierre definitivo de la editorial, empezando a trabajar entonces para Grijalbo, casa que también se había encargado de fichar al mismísimo Francisco Ibáñez. Allí se ocupó de las tintas de Chicha, Tato y Clodoveo, nuevos personajes creados por Ibáñez para esta editorial y publicados en la revista “Guai!”, ya que, por problemas de derechos, el maestro no podía seguir dibujando ni a sus dos personajes más populares (Mortadelo y Filemón) ni a ningún otro, pues, por contrato, eran propiedad de Editorial Bruguera.


 Portada del número 125 de la revista "Guai!" realizada íntegramente por Muñoz.


Muñoz también se ocupó del entintado (y del lápiz de muchas de sus páginas) de otra nueva serie creada por Ibáñez para la citada revista. Hablamos de 7, Rebolling Street, nueva vuelta de tuerca a su mítica 13, Rue del Percebe. A partir de entonces, Muñoz se convertiría en el ayudante habitual de Ibáñez (salvo pequeñas excepciones), colaboración que se ha ido extendiendo a lo largo de los años hasta la actualidad. Esas excepciones las encontramos una vez iniciada la década de los noventa, fecha en la que Muñoz empezó a trabajar para Egmont Group dibujando diversos personajes de la factoría Disney entre 1994 y 1997.






En 1988, tras una dura batalla a capa y espada, Ibáñez logra recuperar los derechos sobre sus personajes, empezando a desarrollar nuevas aventuras de su pareja de agentes de la T.I.A. apoyado, de nuevo, por la colaboración de Muñoz. 








 Muestra de algunos originales de Mortadelo y Filemón pertenecientes a varias historietas con entintado de Muñoz sobre el lápiz de Ibáñez. 



Proceso de trabajo.


Además de su labor como dibujante de cómics, Juan Manuel Muñoz también ha trabajado como diseñador de logotipos para distintas empresas e, incluso, ha dejado su sello en el mundo de la animación realizando storyboards para series como The King Arthur´s disasters, Dougie o Tex.









Como colofón final, muestro el original que Muñoz realizó, expresamente y cumpliendo con su palabra, a petición mía. Una auténtica maravilla.





 

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