Una vez dibujada toda la página a
lápiz (detalles y fondos incluidos) sobre una hoja de papel común, es hora de
trasladar todo ese trabajo a un papel con el gramaje y la calidad que un
proyecto como éste merece. Para ello, gracias a una mesa o tablero de luz se
calca todo el dibujo, de nuevo a lápiz, sobre dicha plancha en la que,
previamente, habremos impreso la plantilla en blanco con los muros del
edificio.
Página realizada a lápiz y preparada para entintar. Observemos que aquí ya han sido pegados los dibujos que corresponden a la azotea, ascensores y portería.
Una vez copiado todo el trabajo,
es cuando llega la hora de pasarlo a tinta, cuidando milimétricamente cada
detalle y respetando, en cada nuevo trazo, el inconfundible estilo del maestro
Ibáñez. Muñoz lleva a su lado más de 30 años, por lo tanto, seguir los pasos
del creador de Mortadelo y Filemón debe ser para él coser y cantar.
Original a tinta. Los bocadillos fueron realizados en un nuevo papel y pegados sobre la página.
Resumiendo cuáles fueron los
orígenes de este proyecto, apuntaré que todo partió de una idea mía de
desarrollar una nueva entrega de 13 Rue. Para ello, me puse en contacto con
Juan Manuel Muñoz y le expuse mis planes. Le pareció una idea magnífica y
descabellada, a partes iguales. Me ocupé de la escritura del guión, el cual,
impregné del aroma y sentido del humor de Ibáñez. Una vez que ese borrador pasó
a ser ya algo definitivo, se lo hice llegar a Muñoz para que lo visualizara y empezara,
cuando buenamente pudiera, con su ejecución.
Partimos con la gran desventaja de
que su agenda se hallaba hasta arriba de trabajo (sacar adelante las nuevas
aventuras de Mortadelo y Filemón ocupaban y ocupan todo su tiempo), y llevar a cabo un
proyecto de esta magnitud no era cosa de unos cuantos minutillos. Así que esta
idea se vio aplazada en varias ocasiones.
Cierto día, y aprovechando unas
breves vacaciones veraniegas, Muñoz me hizo saber que, esta vez sí, había
llegado el momento de ponerse manos a la obra. Tras superar unos cuantos
obstáculos iniciales, al fin, mi sueño dejó de ser humo y empezó a
materializarse. Como se puede apreciar, una vez degustada esta página ya
acabada, el enorme esfuerzo que había que poner para desarrollar cada una de
sus viñetas era mucho más que un trabajo de chinos. Muñoz, pese a que su mente
y brazo derecho le pedían una desconexión urgente de la monotonía impuesta por
la mesa de dibujo, le puso infinita paciencia y gran dedicación para conseguir
que este trabajo resultara memorable, venerable y, por qué no decirlo,
insuperable. Al seguir de primera mano todo el proceso de elaboración de esta
página minuto a minuto, puedo asegurar que Muñoz derramó litros de tinta (y
nunca mejor dicho) para poder sacarla adelante.
Una vez más, mil gracias.
Nuestro amigo común José María Gálvez, creador del blog Pensión el Calvario, realizó esta impresionante versión a color de la última entrega que ha conocido esta serie hasta este momento. Algo nuevo ya se está cociendo, pero prefiero no adelantar acontecimientos. Es hora de disfrutar de esta página.
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