El que expongo hoy es un encargo
que realicé hace ya algún tiempo (marzo de 2012). Mi mujer tiene muy buena mano
para la cocina y, cierto día, se animó a crear un blog dedicado al tema
culinario y decidió mostrar a todo el mundo sus propios platos, realizados,
dicho sea de paso, con todo el amor y dedicación del mundo. Doy fe.
Como bien sabéis, blogs sobre
cocina hay cientos, tal vez miles, así que éste debía contener algo especial
que le hiciera resaltar del resto. Lo que a su creadora se le ocurrió fue darle
un toque un tanto siniestro, adornando cada nueva receta con un envolvente halo
de misterio.
E ideó a sus particulares
personajes, protagonistas absolutos del blog: Lulú Siniestra, la experta
cocinera que trabaja entre fogones, conjuros y pócimas, y su inseparable
mascota: Quetepico, una simpática araña que siempre luce colgada de su
inmaculado gorro de cocina y que ayuda a Lulú a elaborar sus platos.
Una vez aceptadas todas estas
ideas, había llegado el momento de darle forma al proyecto y otorgarles un
aspecto a los personajes. Y ahí fue donde entré yo. Siguiendo las estrictas
instrucciones de mi mujer, agarré un lápiz y me puse a realizar esbozos en un
papel en blanco. “¡Así no… de esta forma! ¡Pestañas más largas… dale un toque
femenino, hombre, que parece un camionero…! ¡Nooo, redúcele, al menos, 20
tallas de sujetador…! ¡Que es una cocinera, ¿qué demonios hace con un balón de
fútbol en los pies…?! ¡No, no, no, así no, no me gusta! ¡Borra todo y a empezar
de nuevo…! No tenemos todo el día, ¿vale?...”
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