La
que redescubro esta semana es una de las tres series ibañezcas nacidas en el
número 161 de la revista “Tío Vivo”,
allá por 1964. El tema elegido por Ibáñez para esta ocasión se basa en la
relación de dos vecinas muy dispares que tienen por costumbre comunicarse a
través de las ventanas que dan al patio común.
Cabecera de la serie.
De
nuevo, Ibáñez se enfrenta a otra serie dual, aunque, en este caso, está
protagonizada por dos personajes femeninos, algo muy pocas veces visto a lo
largo y ancho de toda su carrera profesional.
Unas
viñetas entintadas por él mismo y cargadas de pequeños detalles, un sólido y
desternillante guión y su característica mala baba, son los principales
ingredientes que han contribuido a que estos episodios continúen en mente de
todos los amantes de la historieta a pesar de existir, tan sólo, cuatro únicas
páginas. El título de la serie: Doña Pura y Doña Pera, vecinas de la
escalera. La primera, una anciana de avanzada edad y buena actitud que
vive más sola que la una; la otra, representación de la típica vecina irritable,
entrometida y mezquina que todos tenemos o hemos tenido alguna vez.
Doña Pera y Doña Pura, junto a sus respectivas mascotas.
Ambas
señoras viven acompañadas de sus mascotas: Doña Pura tiene un loro y Doña Pera
un gato, el cual, hace la vida imposible al primero. El carácter del felino es,
sin duda, idéntico al de su gruñona dueña.
Cuatro
historietas de una única página para pasarlo a lo grande y, cuando uno acaba de
leerlas, siente esa necesidad de querer más y más…
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