La sombra de Ibáñez en las
estancias de Editorial Marco era cada vez más alargada, sobre todo, desde 1955.
A lo largo de sus incontables trabajos editados durante ese año, Ibáñez creó y
dibujó un buen rebaño de personajes propios para “La Risa”,
aunque también le fue asignada la continuación de otros tantos engendrados por
otros autores.
Cabecera de la serie.
Ibáñez siempre ha trabajado,
según sus propias palabras, “huerfanito de guionistas”, es decir, sobre textos
escritos por su puño y letra, pero es en esta época donde encontramos los
diálogos de muchas de sus páginas firmados por el guionista Carlos Bech.
Nicomedes Camueso.
En esta etapa empezó a ser cada
vez más frecuente que ciertos personajes deambularan entre los lápices y las
tintas de distintos dibujantes, quienes debían seguir las mismas pautas y
estilos marcados por sus autores de origen. El dibujante estrella de Editorial
Marco fue Emili Boix, y suyos eran muchos de los personajes que correteaban por
las páginas de la revista “La Risa”. Los más
destacados: Cartapacio y Seguidilla, Bob-Ayna y Pat-Acón, Nicrostato Mochales y
Nicomedes Camueso (del que hoy nos
ocupamos), todos ellos, continuados por Francisco Ibáñez tras la marcha de Boix
a suelo americano.
Nicomedes Camueso. "La Risa" nº 99. (Imagen: mortadelo-filemon.es).
Nicomedes Camueso. "La Risa" nº 101. (Imagen: mortadelo-filemon.es).
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