Enrique Oliván es otro de esos dibujantes que no
podían faltar en mi museo particular. Puede que no sea tan conocido como otros
autores, ni que su obra haya tenido tanta repercusión, pero una colección como
la mía se quedaría coja sin un original del gran Oli.
Oli (Enrique Oliván Turrau), nació en Barbastro (Huesca),
en 1933, lugar donde residió, prácticamente, la mitad de su vida. Hermano del
también dibujante Ricardo Oliván, se licenció en Derecho, pero se decantó por
el dibujo. En su obra predomina el humor gráfico, aunque también realizó páginas
de historietas, todas ellas, firmadas con el pseudónimo de Oli.
Sus inicios como dibujante fueron en la revista “Don José”, de Mingote, allá por 1955.
Posteriormente, trabajó para “La Codorniz”, “Solidaridad Nacional”, “El noticiero Universal”, “Ondas”, “El Papus”, “El Correo Catalán”,
“La Vanguardia” o “El Jueves”.
Durante los años sesenta y setenta, Oli fichó por
Bruguera, editorial para la que publicó sus propias series y trabajó como
redactor. Entre sus series más conocidas se encuentran: Majareto (creado en 1962 y publicado en la revista “El DDT”), Oligrafías (“Gran Pulgarcito”,
1969), Humor gráfico español del siglo XX
(“Salvat/Alianza Editorial”, 1970), Solidaridad con El Papus (de 1977), Los últimos de Villapiñas (“JAuJA”, 1982), Contamos con los dedos (“Península”,
1985) o Tablao nasional (“El Jueves”, 1992).
Aunque casi siempre colaboró para publicaciones
nacionales, sus trabajos también atravesaron fronteras y fueron publicados en “Punch”, “Esquire”, “Quick” o “Spontan”.
Sus obras vieron la luz en publicaciones tan
dispares como: “El Campeón” (de
1960), “Can Can” (de 1964), “Mata Ratos” (de 1965), “Antologías humorísticas” (de 1968), “Jabato Color” (de 1969), “Strong” (de 1970), “Verano Loco” (de 1975), “El
Playboy” (de 1976) o “El Cuervo”
(de 1977), entre muchas otras.
Oli falleció en Barcelona en 2001, lugar donde
residió durante muchos años.
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