domingo, 4 de enero de 2015

DON PEDRITO, QUE ESTÁ COMO NUNCA, de Francisco Ibáñez (III)



Tercer original del maestro Ibáñez correspondiente al personaje publicitario Don Pedrito. Aquí no se da el caso de decir “su personaje” porque, en realidad, este hombrecillo cabezón no fue invención suya. Para el que todavía no la conozca y tenga interés en conocer la historia de Don Pedrito, reproduzco a continuación el mismo texto que ya redacté hace un tiempo cuando presenté a este simpático individuo en este blog allá por marzo de 2012:

(…)
 
Don Pedrito fue un encargo de la empresa Nueva Línea. “Está como nunca… ¡Fundador!” era una frase publicitaria muy utilizada en la España de los años sesenta. El producto anunciado era un brandy de las Bodegas Domecq, Fundador, que tuvo una potente repercusión entre finales de los años cincuenta y principios de los sesenta.

La mascota promocional de Fundador era un tipo bajito, calvo y con bigote, el cual, era conocido como “el hombre Fundador”. Ibáñez dio vida por primera vez a este curioso personaje en el número 185 de la segunda etapa de la revista “Tío Vivo”, en 1964, y el serial se tituló: Don Pedrito, que está como nunca. Pero el propio maestro matiza: “El caso de Don Pedrito fue un poco singular, porque no era una historieta publicitaria, pues no anunciaba nada; Bruguera, sencillamente, compró los derechos del personaje del anuncio televisivo de Fundador”. 

Su nombre, Don Pedrito, fue ideado en la redacción de la editorial, y fue encargado a un joven Ibáñez que, por aquel entonces, contaba con 28 años de edad. Este serial apareció casi siempre en las portadas de la revista “Tío Vivo”, y es curioso ver cómo Bruguera utilizó la imagen de una marca de brandy para crear un personaje que iban a leer miles de niños españoles. Su explicación tendrá.

Don Pedrito, lejos de anunciar una bebida alcohólica, era un simpático hombrecillo que se dedicaba a deambular por las calles, cruzándose con amigos y conocidos y demostrando sus habilidades o debilidades. El humor que Ibáñez empleó en este serial era mucho menos agresivo que el empleado en sus historietas de Rompetechos, algo que se adaptaba mejor a ese público infantil al que iban destinadas.

Don Pedrito era un hombre bienintencionado que siempre iba buscando empleo y su actitud no desencadenaba secuencias desternillantes. Para evitar que la serie fuese demasiado sosa y aburrida, Ibáñez utilizaba chistes o diálogos de clara incorrección política, gracias a los cuales, daba fluidez a sus historias.

Como ya venía siendo habitual con los personajes de Ibáñez, a partir de 1967, la serie pasa a manos de otros dibujantes, siendo el más habitual Blas Sanchís, que ya se había encargado de la continuidad de varios seriales de Vázquez.

(…)

En el original que hoy nos ocupa, nuestro hombrecillo cabezón se encarga de volver loco a un pobre e inocente vendedor de despertadores, quien, armado de infinita paciencia hasta las cejas, ofrece sus mejores productos con el fin de agradar a su cliente. Al final, y después de todo, el paciente vendedor de relojes se dará cuenta de que, simplemente, ha estado perdiendo el tiempo. Y es que, señores, el cliente no es otro que Don Pedrito.

Una página muy divertida en la que Ibáñez se encargó del guión y el lápiz y dejó la tinta en manos de otra persona (y eso se nota, y mucho, en el acabado de la página).



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