Tercer original del maestro
Ibáñez correspondiente al personaje publicitario Don Pedrito. Aquí no se da
el caso de decir “su personaje” porque, en realidad, este hombrecillo cabezón
no fue invención suya. Para el que todavía no la conozca y tenga interés en
conocer la historia de Don Pedrito, reproduzco a continuación el mismo texto
que ya redacté hace un tiempo cuando presenté a este simpático individuo en este
blog allá por marzo de 2012:
(…)
Don Pedrito fue un encargo de la
empresa Nueva Línea. “Está como nunca… ¡Fundador!” era una frase publicitaria
muy utilizada en la España
de los años sesenta. El producto anunciado era un brandy de las Bodegas Domecq,
Fundador, que tuvo una potente repercusión entre finales de los años cincuenta
y principios de los sesenta.
La mascota promocional de
Fundador era un tipo bajito, calvo y con bigote, el cual, era conocido como “el
hombre Fundador”. Ibáñez dio vida por primera vez a este curioso personaje en
el número 185 de la segunda etapa de la revista “Tío Vivo”, en 1964, y el serial se tituló: Don Pedrito, que está como nunca. Pero el propio maestro matiza:
“El caso de Don Pedrito fue un poco singular, porque no era una historieta
publicitaria, pues no anunciaba nada; Bruguera, sencillamente, compró los
derechos del personaje del anuncio televisivo de Fundador”.
Su nombre, Don Pedrito, fue
ideado en la redacción de la editorial, y fue encargado a un joven Ibáñez que,
por aquel entonces, contaba con 28 años de edad. Este serial apareció casi
siempre en las portadas de la revista “Tío
Vivo”, y es curioso ver cómo Bruguera utilizó la imagen de una marca de
brandy para crear un personaje que iban a leer miles de niños españoles. Su
explicación tendrá.
Don Pedrito, lejos de anunciar
una bebida alcohólica, era un simpático hombrecillo que se dedicaba a deambular
por las calles, cruzándose con amigos y conocidos y demostrando sus habilidades
o debilidades. El humor que Ibáñez empleó en este serial era mucho menos
agresivo que el empleado en sus historietas de Rompetechos, algo que se
adaptaba mejor a ese público infantil al que iban destinadas.
Don Pedrito era un hombre
bienintencionado que siempre iba buscando empleo y su actitud no desencadenaba
secuencias desternillantes. Para evitar que la serie fuese demasiado sosa y
aburrida, Ibáñez utilizaba chistes o diálogos de clara incorrección política,
gracias a los cuales, daba fluidez a sus historias.
Como ya venía siendo habitual con
los personajes de Ibáñez, a partir de 1967, la serie pasa a manos de otros
dibujantes, siendo el más habitual Blas Sanchís, que ya se había encargado de
la continuidad de varios seriales de Vázquez.
(…)
En el original que hoy nos ocupa,
nuestro hombrecillo cabezón se encarga de volver loco a un pobre e inocente
vendedor de despertadores, quien, armado de infinita paciencia hasta las cejas,
ofrece sus mejores productos con el fin de agradar a su cliente. Al final, y
después de todo, el paciente vendedor de relojes se dará cuenta de que,
simplemente, ha estado perdiendo el tiempo. Y es que, señores, el cliente no es
otro que Don Pedrito.
Una página muy divertida en la
que Ibáñez se encargó del guión y el lápiz y dejó la tinta en manos de otra
persona (y eso se nota, y mucho, en el acabado de la página).
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